Eugenio Báez usó combustible para cometer incendiar una casa, hecho que provocó 8 muertes. La única sobreviviente y testigo clave es la madre de los chicos. Todo se desencadenó el miércoles a la madrugada porque la familia se negó a que el homicida se colgara de la luz.
El último miércoles, alrededor de las 8 de la noche, la suerte de la familia Santa Cruz se selló. Ya estaba oscuro y sobre la tierra que intenta ser calle, en el barrio La Loma de Guernica, el patriarca de la familia se negó a compartir la electricidad de su casa con un vecino. Hasta ahí, otra discusión entre pobres por un asunto de pobres. Pero en las primeras horas del jueves alguien roció con combustible la precaria vivienda que habitaban el hombre, su esposa y los siete hijos. Después, una mecha se encargó de completar la tragedia. La mujer -única sobreviviente que permanece internada con quemaduras en el 30% de su cuerpo- logró escapar de las llamas con su beba de once meses en brazos pero la criatura no soportó un paro cardiorrespiratorio y murió en el hospital. El vecino, en tanto, fue detenido luego de que la policía encontrara envases con restos de nafta en su casilla.
El fuego se desató unos minutos después de las 2 de la madrugada en la pieza de seis metros por cuatro levantada sobre la calle Brandsen -una zona descampada entre Cañuelas y San Miguel del Monte, partido de Presidente Perón- donde dormían Rafael Santa Cruz, un ciudadano paraguayo de 48 años, su mujer misionera, Rosa Vega, de 33, y los hijos de ambos: Christian, Luciano, Víctor, Rubén, Ayrton, Adrián y Alma Silvana, todos de entre 14 años y 11 meses.