Alemania destrozó el sueño argentino y España, con un gol básico, liquidó la ilusión de Paraguay

Brasil, doblado por Holanda (1-2) en cuartos de final del Mundial de Sudáfrica, inició el rápido camino de regreso a casa de los candidatos sudamericanos. El sábado 3 fue otra fecha fatídica para los socios del MERCOSUR. Una Alemania multicultural, rápida, eficiente, ofensiva y cada vez más favorita destrozó el sueño argentino en el partido de cuartos de final por un contundente 0-4. Paraguay, en tanto, marró un penal que pudo haber sido la llave de un milagro, para peder finalmente por 1 a 0 ante España. En semifinales, España enfrentará a Alemania, el próximo miércoles. El martes, en cambio, Uruguay (que llegó al mundial por el repechaje y se convierte en el único representante americano en esta instancia), se mide con Holanda.

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La goleada de Alemania
Ni todos los cracks, ni toda la ofensiva argentina fueron suficientes para derrotar a la nueva Alemania de polacos, turcos, tunecinos y hasta brasileños. La Alemania que no juega como antiguamente es rápida, objetiva e insinuante. La Alemania que llega a la semifinal de la Copa del Mundo como favorita a la conquista del título.

Alemania fulminó a Argentina, la goleó con toda la contundencia con la que venía ganando la albiceleste, puso al descubierto las miserias del equipo de Diego Maradona y, de paso, demostró al mundo que no es un candidato casual al Mundial de Sudáfrica sino un favorito serio.

Como hace cuatro años, Argentina cayó en cuartos y ante el mismo rival. Pero entonces lo hizo en la tanda de penaltis y ahora bajo una tormenta de goles germanos.

Por quinto Mundial consecutivo, Argentina cae ante una selección europea y lo hace un día después de que perdiera Brasil frente a Holanda en la misma ronda, poniendo en duda el presunto dominio futbolístico de Latinoamérica.

Los germanos se cuelan entre los cuatro mejores del mundo tras haber dejado de lado a dos de las favoritas, primero a Inglaterra y luego a una Argentina que no conocía la derrota, que venía dejando muestras de contundencia ofensiva y ambición.

El equipo de Maradona perdió porque se enfrentó a un rival más serio, que sacó partido de todas las carencias que hasta ahora habían quedado tapadas por su contundencia ofensiva, por la potencia de su delantera, auténtica dinamita que había desarbolado a todos sus rivales sin necesidad de orden táctico, de disciplina.

Pero contra Alemania eso no fue suficiente. Las estrellas albicelestes no brillaron. Messi anduvo menos presente y el equipo se derrumbó como un castillo de naipes, como un gigante con los pies de barro. Cuando falló la pegada, no había nada para suplirlo.

Perdió un partido que se puso cuesta arriba desde el minuto 3, cuando Müller, el joven jugador que hace cuatro meses Maradona había confundido con un recogepelotas y que ya lleva cuatro tantos en este Mundial, anotó el primero de la tarde en el minuto tres. No obstante, Muller no marcará en las semifinales, porque vio una amarilla que le impedirá jugar esa ronda.

El marcador en contra pesó como una losa. Argentina descubrió una situación inédita, desconocida para un equipo acostumbrado a remar a favor de corriente, arriba en el marcador y no a verse con prisas, urgencias y obligaciones.

En ese contexto nada funcionó. El equipo empujó con brío, con el corazón que tanto les ha pedido su seleccionador, pero sin orden. Fue una ofensiva apasionada pero tan ineficaz como contundentes habían sido las de los partidos anteriores.

Quien más lo intentó fue Ángel di María, el mejor de su equipo, el más activo en la incorporación al ataque, más acertado que en los partidos anteriores. Dejó en el césped su mejor versión, tanto cuando comenzó por la izquierda, su puesto natural, como cuando se desplazó a la derecha para buscar soluciones al marcador en contra.

Messi apareció menos, perdido en la maraña alemana, obligado a bajar a buscar el balón muy lejos de la portería, donde no se puede ser letal, donde su magia pierde poder y su influjo en el juego es menos determinante.
Tévez le puso genio pero poco más e Higuaín participó menos en el juego.

Fue poca la propuesta argentina. Media docena de jugadas que apenas llegaron a despeinar la tela tejida por Joachin Löw.

Lo intentaron desde lejos pero sin fuerza, trataron de entrar en el área pero sin acierto. Se estrellaron una y otra vez. Y Messi no aparecía.

Impotente, sin respuestas, Argentina se conformó con dominar pero sin crear grandes ocasiones, mientras Alemania acechaba, aguardaba en sus cuarteles de invierno a que la albiceleste dejara sus huecos.

Los tuvo la «Mannschaft», que volvió a demostrar que a la contra es una máquina bien engrasada. Pudo marcar Klose tras una brillante jugada de Müller. Y el propio Müller a pase de Lahm.

Sus ocasiones eran más claras que las argentinas, pero la intensidad la ponían los albicelestes.

En el segundo tiempo buscaron más el gol, con más ahínco, pero con el mismo desacierto. Su empuje rompió el partido, lo hizo de ida y vuelta, sin rumbo, a la merced de cualquiera, un correcalles sin sentido que dejó los minutos más atractivos y emocionantes

Del intercambio de golpes salió beneficiada Alemania, la que tenía un poco más de orden y clarividencia.

En el minuto 68 Müller demostró que está enchufado en el Mundial y, desde el suelo, acertó a servir a Podolski que se internó en el área para centrar a un Klose que marcó libre de marca.

El segundo tanto acabó por quebrar a Argentina. Sólo quedaba la heroica, lanzarse a por todas a la desesperada. Pero Alemania no dio tiempo a Argentina a preparar la respuesta. Siete minutos más tarde Schweinsteiger dejó sentados a cuantos defensas albicelestes le salieron al paso y sirvió para que Friedrich sentenciara el encuentro.

Todavía tuvo tiempo de marcar el cuarto Klose en otra jugada al contragolpe, lo que le deja a las puertas de ser el máximo goleador de toda la historia de los Mundiales.

Era la sentencia a una selección argentina que sucumbió de alto, con estrépito, desarbolada por un equipo ordenado que se mete entre los cuatro mejores del mundo y presenta su candidatura a más, nadie sabe a cuanto más, porque su juventud llena de incertidumbre su suerte.

A tanto como aspiraba hasta ahora la Argentina de Maradona, que vio como sus estrellas dejaban de brillar el día más necesario.

Ficha técnica:

0- Argentina: Sergio Romero; Nicolás Ottamendi (Javier Pastore, m.70), Nicolás Burdisso, Martín Demichelis, Gabriel Heinze; Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, Ángel di María (Sergio Agüero, m.75); Lionel Messi; Carlos Tévez y Gonzalo Higuain.

4- Alemania: Manuel Neuer; Philipp Lahm, Per Mertesacker, Arne Friedrich, Jerome Boateng (Jansen m.72); Sami Khedira (Kroos m.77), Bastian Schweinsteiger; Thomas Müller (Trochowski, m.84), Mesut Özil, Lukas Podolski; Miroslav Klose

Goles: 0-1, m.3: Müller; 0-2, m.68: Klose; 0-3, m.74: Friedich; 0-4, m.89: Klose

Árbitro: Ravshan Irmatov (UZB), amonestó a los argentinos Mascherano y Otamendi y al germano Müller.

Incidencias: Encuentro de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica disputado en el estadio Green Point de Ciudad del Cabo ante 64.100 espectadores, en presencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma. Antes del encuentro, los capitanes Javier Mascherano y Philipp Lahm leyeron una declaración en contra del racismo.

El fin de la ilusión guaraní

No podía ser otro, ni de otra forma. Está cuajando un Mundial de ensueño, como en la Eurocopa. David Villa acabó, con suspense y a poco del final, con el maleficio de la selección española, y su gol la dio el pase a semifinales del Mundial y acabó con el sueño de una Paraguay que fue un rival más que rocoso y que rozó también seguir en el torneo.
Era un momento para la gloria, hispana y guaraní. Todo por un sueño. Los paraguayos se presentaban por primera vez en estas instancias y España pretendía derribar el muro de los cuartos.

Y después de mucho sufrimiento, hasta de angustia y zozobra por momentos, Villa culminó una espléndida jugada de Andrés Iniesta con disparo previo al poste de Cesc Fábregas. El remate del asturiano dio en el otro palo, pero el suyo finalmente entró.

El cuarto puesto de Brasil’50, edición en la que se disputó una liguilla, era la mejor actuación de España en los Mundiales. Desde entonces se encadenaron decepción tras decepción para la ‘roja’. Ahora, 60 años después, iguala cuanto menos esa actuación a la espera de disputar la gran semifinal ante Alemania, verdugo de Argentina.

Vicente del Bosque confió en el once inicial de los partidos frente a Chile y Portugal. No quería tocar lo que había funcionado y encima iba a más a lo largo del torneo.

Mientras tanto, Gerardo Martino apostó por Óscar Cardozo como referencia en ataque y por el veloz Nelson Haedo Valdez a su espalda, así como por un poblado centro del campo.

El técnico argentino del cuadro guaraní planteó una presión muy adelantada para anular la salida de balón española y con constantes ayudas. Bloqueó casi por completo a la ‘roja’, en esta ocasión de azul marino, que careció de precisión y fluidez para hacer realmente daño ante el meta del Valladolid Justo Villar.

Jonathan Santana dio el primer aviso a Iker Casillas antes de cumplirse el primer minuto. Era la advertencia de Paraguay de que, pese a plantear una disposición defensiva, de contención, pensaba plantar batalla a la zaga española a la mínima que pudiera.

De hecho en el primer periodo Paraguay fue la que incomodó más en los últimos metros. Tampoco mucho, pero algo más que la selección española, cuya producción atacante se vio reducida a intentonas en solitario de David Villa, una escapada sin final de Fernando Torres y a un disparo desde fuera del área de Xavi Hernández que salió por encima del larguero.

El cuadro de Del Bosque, aún dominando claramente la posesión del esférico, no encontraba el camino en medio de una espesura por momentos desesperante.

Incluso se llevó poco antes del descanso un susto cuando Valdez batió a Iker Casillas tras un pase en profundidad, pero el colegiado lo anuló por fuera de juego de Cardozo, que hizo inicialmente intención de buscar el balón.

Aunque España pareció mejorar en la salida del segundo tiempo Del Bosque no tardó en llamar a Cesc Fábregas en busca del rescate, pero su salida coincidió con los minutos de frenesí y locura del encuentro, con dos penaltis que Iker Casillas, primero a disparo de Cardozo, y Justo Villar, a tiro de Xabi Alonso, abortaron con sendas paradas.

Xabi Alonso lo marcó inicialmente, pero el colegiado guatemalteco Carlos Batres lo mandó repetir. El madridista cambió su disparo de lado y Villar se lo adivinó. El árbitro, en cambio, no vio una nueva pena máxima tras el rechace del meta paraguayo a Cesc.

Estas acciones enloquecieron el partido. Se abrió. Paraguay pasó del mazazo a la alegría y España se descompuso algo, con lo que creció también hacia delante. Las ocasiones, aún siendo más numerosas para los de Del Bosque, llegaron en ambas áreas.

También entraron en escena Santa Cruz, en el bando ‘albirrojo’, e incluso Pedro Rodríguez, el goleador talismán del Barça, en el español, y en el intercambio de llegadas llegó la magnífica internada de Iniesta, el disparo al palo de Cesc Fábregas y la culminación de Villa.

Quedaban siete minutos por delante, siete minutos hacia la ilusión y de inquietud, porque Paraguay quemó todos los cartuchos con Cardozo, Santa Cruz y Lucas Barrios.

Estos dos últimos tuvieron la ocasión del empate pero Iker Casillas salvó por partida doble, aunque también tuvo su opción poco después Villa para cerrar la contienda.

Síntesis:

0 – Paraguay: Justo Villar; Verón, Alcaraz, Da Silva, Morel; Barreto (Vera, m.64), Riveros, Víctor Cáceres (Barrios, m.84), Santana; Valdez (Santa Cruz, m.72) y Cardozo.

1 – España: Iker Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol (Marchena, m.84), Capdevila, Busquets, Xabi Alonso (Pedro, m.75), Iniesta, Xavi, Villa y Fernando Torres (Cesc, m.56).

Gol: 0-1, M.83: Villa.

Árbitro: Carlos Batres (GUA). Amonestó a Piqué (m.58), Cáceres (m.59), Alcaraz (m.59), Busquets (m.63), Morel (m.71) y Santana (m.87)

Incidencias: Partido de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 disputado en el estadio Ellis Park de Johannesburgo ante unos 55.000 espectadores. Antes de iniciarse el partido Justo Villar e Iker Casillas, capitanes de Paraguay y España, leyeron un manifiesto contra el racismo y la discriminación.