Inocultable crisis política en la DAIA

Al emitir el comunicado denominado «Información institucional», lo que las máximas autoridades de la DAIA han hecho es difundir oficialmente las disidencias existen y admitir que las gestiones realizadas para acercar posiciones entre la Tesorería, la Secretaría General y la Presidencia no tuvieron feliz término.

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La difusión del comunicado «Información institucional» por parte de las autoridades de la DAIA oficializa, en forma pública, las disidencias existentes entre quienes fueron electos el pasado 3 de noviembre para ocupar los cargos de tesorero y protesoreros, y la presidencia de la institución, pese a las múltiples gestiones realizadas por miembros del Consejo Directivo para que las mismas no alcanzaran un punto sin retorno.

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Esos intentos resultaron infructuosos hasta el momento debido a múltiples factores, que tienen que ver tanto con la personalidad de los dirigentes involucrados como con lo sucedido en la primera presidencia de Aldo Donzis.

Decimos esto último pues desde hace -por lo menos- un par de años se sabe que las relaciones entre el presidente, Aldo Donzis, y el tesorero, Ariel Cohen Sabban, no son óptimas, como consecuencia de sus distintas concepciones sobre la manera en que debe conducirse administrativamente la institución.

Tan así es que luego de que Ariel Cohen Sabban y Aldo Donzis fueran reelectos comenzó a circular la versión de que el primero deseaba llegar a ser el próximo presidente de la DAIA, en base a la tarea que venía realizando al obtener que grandes empresas fuera donantes de la institución.

Simultáneamente y por el contrario, algún directivo afirmaba que si él no fuera el tesorero, sería más fácil establecer contactos con empresarios.

Durante los primeros meses del corriente año, para todos los que atentamente observaban el quehacer de la DAIA era evidente que existían ciertos resquemores con el accionar del secretario general, Fabián Galante, a quien algunos consideraban un dirigente sin la experiencia y el conocimiento necesarios para ocupar el cargo para el cual había sido electo.

También se hizo notorio que la relación entre Bernardo Zabuski y Aldo Donzis se había deteriorado, siendo el primero muy crítico respecto al segundo.

Pese a que estas disidencias -o la existencia de pareceres distintos- eran conocidas, nadie pensaba que llegarían a provocar que el tesorero y los dos protesoreros solicitaran licencia.

Paradójicamente, mientras algunos se quejaban -y culpaban a la DAIA- de que la colectividad judía no hubiera participado del desfile de las comunidades en los actos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo, el enfrentamiento de los miembros de la Tesorería con la Presidencia y la Secretaría se ahondaba por motivos que nada tienen que ver con ese reclamo, sino que están íntimamente relacionados con la decisión de cómo utilizar los fondos que se consiguen; o mejor dicho, de quiénes debían de ser los que tomarán esa determinación.

Esta discusión trascendió el seno de la DAIA y se instaló en diversos estamentos de la comunidad, los que -sorpresivamente- en lugar de difundirla, hicieron todo lo contrario, pues -de alguna manera- coincidían con los responsables de la representación política de la comunidad en que hacerla abiertamente pública perjudicaría a la institución.

Por otra parte comenzaron a escucharse críticas al accionar de la DAIA -o mejor dicho, a su falta de acción frente a situaciones que atravesaba la comunidad-; algunas muy duras, centradas en la manera en que Aldo Donzis ejercía su cargo.

Si bien este tipo de cuestionamientos existieron en el pasado y existirán en el futuro, sea quien sea el presidente de la DAIA, en esta oportunidad fueron útiles para ahondar las disidencias existentes entre éste y los miembros de la Tesorería de la institución, pero también para que el centro de la cuestión -la lucha por el poder expresada en la determinación de quiénes son los responsables de decidir la aplicación de los recursos financieros- no se hiciera por demás evidente fuera del ámbito específico del Consejo Directivo de la DAIA y sus allegados.

Es por ello que consideramos que al emitir el comunicado denominado «Información institucional», lo que las máximas autoridades de la DAIA han hecho es difundir oficialmente las disidencias existen y admitir que las gestiones realizadas para acercar posiciones entre la Tesorería, la Secretaría General y la Presidencia no tuvieron feliz término.

Lo que indudablemente llamará la atención es que este desenlace -los pedidos de licencia- se produjera en el mes de julio, en los días próximos a la conmemoración del 16º aniversario del atentado a la AMIA, período en el cual -históricamente- los medios requieren una mayor participación del presidente de la DAIA en sus artículos y comentarios.

Pero así ocurrió y ahora deberán ser los propios involucrados quienes tengan la obligación de actuar para que la actual situación se normalice. Cuando ello ocurra se hará evidente que, con la presentación de las licencias, los miembros de la Tesorería obligaron a que el proceso en el cual estaba sumida la DAIA, de permanentes disidencias, sea reemplazado por otro destinado a superarlas para poder dedicar, sus directivos y funcionarios, todos sus esfuerzos y tiempo disponible a las tareas específicas de la DAIA.(Eduardo Chernizki)

Información institucional
Con las firmas de Fabián Galante, Secretario General; y  Aldo Donzis,
Presidente, se distrubuyó el comunicado de marras, que señala:

Luego de varios meses de gestión del nuevo Consejo Directivo, informamos que persisten dificultades de funcionamiento vinculadas al área de Tesorería, las que, pese a reiteradas e innumerables reuniones y gestiones no han podido ser solucionadas.

La difusión de versiones esgrimidas por los tres integrantes de la Tesorería, sobre la falta de voluntad para reunirse con ellos, es maliciosa, y sólo ha pretendido confundir y presionar para que las soluciones sean la imposición de procedimientos sugeridos por los integrantes de la Tesorería. De esta manera se ha buscado aislar a la Tesorería del resto de la institución, convirtiendo ese espacio en un «coto de caza» particular donde no puedan ejercer sus funciones el Director Ejecutivo, el Secretario General, e, incluso, el propio Presidente de la Institución.

El antecedente mas relevante de esta situación se remonta al mes de marzo de 2010, cuando se consensuó y aprobó por unanimidad en el Consejo Directivo un método de trabajo -curiosamente propuesto por el Protesorero primero, Bernardo Zabuski- que implicaba jerarquizar el trabajo profesional del Staff institucional, haciéndolo depender, tal como establece el Estatuto, del Secretario General. Esta resolución, no obstante haber sido votada por los integrantes de la Tesorería, nunca fue aceptada por los mismos, quienes, de ese modo, no respetaron la resolución institucional.

La imposibilidad de arribar a consensos que superaran dichas dificultades, ha generado problemas que derivaron en que una parte importante del tiempo del Consejo Directivo se ha visto ocupado por reiterados y monotemáticos planteos de los miembros de la Tesorería, orientados literalmente a controlar el funcionamiento de la Institución, desautorizando permanentemente a su presidente y a las decisiones asumidas por el CD. A pesar de la incomodidad que han producido dichos reiterados planteos, se los ha tratado con atención y respeto. Sin embargo, al no poder imponer su visión, los miembros de Tesorería solicitaron una licencia. En el caso del Tesorero hasta el 31 de julio, y en el caso de los dos protesoreros por tiempo indeterminado.

En este marco, para salvaguardar el normal funcionamiento de la institución y el cumplimiento de su misión, el CD ha procedido al nombramiento de quienes ejercerán esas funciones: los miembros del Consejo Directivo designados son: Tesorero Dr. Mario Comisarenco, Pro Tesorero 1º Dr. Martin Magram, y Pro Tesorero 2º Dr. Bernardo Tobal.