Donald Trump a juicio político por incitar a la insurrección

La Cámara de Representantes de Estados Unidos votó, la tarde del miércoles 13 de enero de 2021, someter a un segundo juicio político al presidente Donald Trump, esta vez por el cargo de “incitar a la insurrección”. Después de horas de intenso debate, la mayoría bipartidista de legisladores acusó al mandatario republicano, quien en un encendido discurso la semana pasada instó a sus partidarios a marchar hacia el Capitolio cuando el Congreso certificaba la victoria electoral del demócrata Joe Biden.

La votación recibió 231 votos a favor y 197 en contra. De los 231 votos a favor, 220 fueron provenientes de demócratas, mientras que los 10 restantes fueron de republicanos.

Poco antes de que comenzara la votación, el segundo demócrata de la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, instó a los legisladores a “rechazar la sedición, la tiranía y la insurrección”, y votar para acusar a Trump “por Estados Unidos, por nuestra constitución, por la democracia, por la historia”.

Con esta decisión Donald Trump se convertirá en el primer presidente que es sometido a un segundo juicio político en la historia del país.

Además del actual mandatario, también Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998 fueron previamente acusados ​​por la Cámara, pero absueltos por el Senado.

El juicio político llega en un momento de grandes divisiones políticas en un país cansado por la pandemia, a pocos días del final de una presidencia tumultuosa en la que Trump gobernó con un mensaje populista de derecha que predicaba “Estados Unidos primero”.

El congresista demócrata Julián Castro, ex precandidato presidencial, calificó a Trump como “el hombre más peligroso que jamás haya ocupado la Oficina Oval”. La congresista Maxine Waters acusó al republicano de querer una guerra civil y el también demócrata Jim McGovern dijo que el mandatario “instigó un intento de golpe”.

Algunos republicanos argumentaron que buscar un juicio político ignora el proceso deliberativo habitual, como las audiencias, y pidieron a los demócratas que abandonaran el esfuerzo en aras de la unidad nacional.

“Impugnar al presidente en tan poco tiempo sería un error. Eso no significa que el presidente esté libre de culpa. El presidente es responsable del ataque del miércoles al Congreso por parte de los alborotadores”, dijo Kevin McCarthy, el principal republicano de la Cámara.

Los demócratas dieron el lunes el primer paso para lanzar el cuarto impeachment de la historia de Estados Unidos, el segundo contra Donald Trump, con la presentación del documento de acusación en la Cámara de Representantes. La resolución imputa al presidente un delito de “incitación a la insurrección” por su papel en el asalto violento al Congreso llevado a cabo el 6 de enero por una turba de sus seguidores con el fin de impedir la confirmación de Joe Biden como ganador de las elecciones. La revuelta, que costó la vida a cinco personas, ha sumido al país en una crisis sin precedentes en la historia reciente a apenas 10 días del cambio de Gobierno.

La era Trump termina teñida de sangre, con el país aún tiritando por las imágenes vistas hace unos días y un nuevo juicio político para la destitución del presidente a punto de comenzar. La presidenta de la Cámara de Representantes, la veterana demócrata Nancy Pelosi, anunció el procedimiento que iban a seguir en una carta solemne y dura enviada a sus compañeros de partido el domingo por la noche. Con el fin de proteger nuestra Constitución y nuestra democracia, actuaremos con urgencia, ya que este presidente representa un riesgo inminente para ambos”, avanzó.

Aunque Trump dejará el cargo el 20 de enero, día de la toma de posesión de Biden, Pelosi explica en la carta que el mandatario saliente es un peligro aún activo y, por tanto, no puede seguir en la Casa Blanca durante estos días: “El horror del vigente asalto a nuestra democracia por parte de este presidente se ha intensificado y, por tanto, también la necesidad de acción”.

Antes de votar la resolución con el llamado artículo del impeachment —es decir, el cargo del que se le acusa, la incitación a la insurrección—, los demócratas concedieron al vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y el equipo de Gobierno un plazo de 24 horas para destituir a Trump por incapacidad, invocando la 25ª Enmienda de la Constitución.

Como Pence no admitió la solicitud, se activó el procedimiento a mediados de semana.

El impeachment es un mecanismo extraordinario contemplado en el Artículo II, sección 4 de la Constitución de Estados Unidos para poder juzgar y cesar a un mandatario en caso de traición, soborno o delitos y faltas graves. Solo se ha llevado a cabo tres veces. La primera, al presidente demócrata Andrew Johnson (1868); la segunda, al también demócrata Bill Clinton, en 1998, y la tercera, al propio Trump, hace solo un año a raíz del escándalo de Ucrania [Trump pidió al presidente de ese país que ayudase a investigar al hijo de Biden]. La fase previa del procedimiento, es decir, la investigación en la Cámara de Representantes, comenzó contra Richard Nixon por el caso Watergate, pero el presidente republicano dimitió presionado por su propio partido, con lo que no se le llegó a juzgar en el Capitolio.

Es un intento de golpe a la voluntad democrática de los estadounidenses lo que esta vez pone a un presidente ante el procedimiento más grave que contempla la Constitución.

Trump ha pasado semanas tratando de anular su derrota electoral del pasado 3 de noviembre, lanzando un arsenal de teorías conspirativas sobre supuestas irregularidades en masa que los tribunales han desestimado, también, en masa. Aun así, no ha dejado de denunciar que los comicios habían sido “robados” por los demócratas, acusación que repitió incluso en medio de la violencia la fatídica tarde del 6 de enero. La mayor parte de sus votantes afirma creerlo así también, según todos los sondeos hasta la fecha.

La resolución del impeachment detalla esas acusaciones infundadas, además de la presión de Trump sobre los funcionarios del Estado de Georgia para “encontrar” el número exacto de votos que le hacían falta con el fin de revertir la victoria de Biden en dicho territorio. También evoca el incendiario discurso que el republicano pronunció junto a la Casa Blanca solo unas horas antes de que el Congreso se reuniese en una sesión conjunta para certificar el triunfo electoral del candidato demócrata, lo que habitualmente era una mera formalidad. Esa mañana, Trump animó a miles de seguidores llegados de todo el país a “pelear como el demonio” y marchar hacia el Capitolio para protestar.

Conforme avanzan las investigaciones, queda cada vez más claro que los atacantes podrían haber causado un daño aún mayor, pues disponían de armas, de artefactos caseros e incluso bridas para la posible toma de rehenes. Las fuerzas de seguridad han abierto al menos 25 casos de terrorismo nacional y el Pentágono analiza nuevas amenazas terroristas para la víspera y el día de la inauguración presidencial de Biden.

La congresista progresista Alexandria Ocasio-Cortez, señaló el domingo, en un resumen de lo que plantean los demócratas estos días, que “el proceso de cura requiere de rendición de cuentas, sin ello, esto pasará de nuevo”.