Carlos Andrés Pérez fue un mito en Latinoamérica. Intentó democratizar a Fidel Castro, ayudó a derribar a Anastasio Somoza, nacionalizó el petróleo venezolano y fue implacable con las guerrillas de izquierda. Hoy yace congelado en la nevera de una funeraria de Miami y sus dos familias disputan el cadáver.
Todo comenzó con un viejo hábito de la política venezolana. Carlos Andrés Pérez, más conocido como CAP, no fue el único mandatario que una vez casado se alzó con una amante. Pero ha sido uno de los más famosos, entre muchas razones, porque nunca hizo ningún esfuerzo por ocultarla y Cecilia Matos se mantuvo inamovible a su lado en los momentos más difíciles de su carrera política.
Lo que ahora sucede con su cadáver no es nada extraordinario para un hombre que tenga dos mujeres, se disputan el cuerpo. Pero en el caso de CAP cobra un significado particular porque le han dado un sentido político a su entierro.
Su familia en Miami, donde se exilió hace más de una década afirma que dispuso ser enterrado en el sur de Florida mientras el presidente Hugo Chávez esté en el poder. Pero en Caracas, su esposa Blanca Rodríguez reclama que sus restos vuelvan a la patria.
De inicio la familia miamense terminó aceptándolo después que los abogados de Rodríguez introdujeron en una corte federal un pedido para impedir el funeral en Miami. Pero hace pocos días se retractaron y anunciaron que las dos familias no llegaron a un acuerdo y han pedido a un juez estadounidense que decida qué hacer con lo que queda de CAP.
Si la política no se interpone, lo más natural es que el juez atienda el pedido de Rodríguez, de quien CAP nunca se divorció. Pero como en el sur de Florida la política ha contaminado todos los estamentos de la sociedad y los venezolanos que aquí viven tienen la tendencia de equipararse a los cubanos, se declaran perseguidos y reclaman vivir en un exilio, la decisión del juez es, a todas luces, una incógnita.
Que lo corten a la mitad
Muy pocos se atreven a hacer predicciones, aunque el humor negro sugiere que lo corten a la mitad. Hoy día en Miami cuando se le pregunta a un venezolano que piensa de CAP, se olvida de la corrupción y lo pinta como el mejor político del mundo y no cree que deba ser enviado a Caracas porque sería como entregar un trofeo a Chávez, quien también ha metido la cuchara en el asunto.
En su opinión CAP debe volver muerto a Venezuela, pero su forma de gobernar «ni muerta», ha dicho en una de sus locuciones de obligatoria transmisión hace unos días, donde reclamó que le dieran cristiana sepultura.
El muerto, ese no ha dicho nada. Al menos que se sepa.
Pero el año 2008, el secretario general de Acción Democrática, Henry Ramos Allup, dijo a la emisora caraqueña Unión Radio que el ex presidente quería, en esa época, regresar a Venezuela a pasar los últimos años de su vida.
Mientras no se decide, o mientras las familias no llegan a un acuerdo – lo cual es una triste ironía para un hombre que siempre se distinguió en el arte de la negociación – en Miami hay varias propuestas, todas salomónicas, entre ellas, dividir las cenizas al medio.
Las familias no se hablan. Hace años que lo hacen por intermediarios. Ahora no será diferente. Aunque sea un juez el que decida. Todo un novelón venezolano.