Brasil inicia transición del obrero a primera mujer presidente

Tras la victoria electoral que el domingo la consagró como la primera presidente mujer de Brasil, se abre para Dilma Rousseff la transición para suceder a su mentor, el popular mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, y darse a conocer en la escena internacional. «Sí, una mujer puede ser presidente», dijo la noche del domingo la flamante mandataria electa, que ingresó al club de las mujeres poderosas de la política mundial, con Angela Merkel (canciller alemana); Hillary Clinton (secretaria de Estado estadounidense) y Cristina Kirchner (presidenta de Argentina).

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La heredera del presidente Lula, de 62 años, fue electa con casi 56 millones de votos, diez millones más que su adversario, el opositor José Serra, tras una durísima y desgastante campaña, y asumirá el poder el primero de enero.

La elección del domingo mostró que «la población votó por la continuidad de este gobierno», declaró a la AFP el ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien garantizó que Rousseff continuará las políticas de responsabilidad fiscal y distribución de renta que catapultaron a Lula a una popularidad récord.

Visiblemente emocionada al agradecer a Lula, a quien aseguró que acudirá con frecuencia en su gobierno, Rousseff delineó su proyecto: una política económica responsable que priorice crecimiento económico y control de la inflación, y el «compromiso fundamental de erradicar la miseria», en la que viven 20 millones de brasileños.

Con una aplastante mayoría en el Parlamento, aunque muy diversificada en las voraces fuerzas que la apoyan, Rousseff enfrenta el reto inmediato de encuadrar a sus diez partidos aliados y formar un gabinete de transición, en el que seguramente estarán ministros de peso del actual gobierno.

«Dilma Rousseff formará un gobierno con un equipo competente, con criterios técnicos y de gobernabilidad», es decir, con distribución de la participación entre los partidos aliados, adelantó el lunes a la radio CBN José Eduardo Cardozo, secretario general de su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) y coordinador de la campaña.

Lula declaró que no buscará participar del gobierno de Rousseff, aunque «soy compañero de Dilma, lógico que voy a discutir con ella muchas cosas». Fuentes del PT consultadas por la AFP señalaron que Lula ejercerá como un «consejero».

Rousseff inaugurará en estos dos meses su presencia internacional, una esfera en la que Brasil ha ganado una importancia creciente, ya que aspira a ser la quinta economía del mundo en pocos años, y en la que Lula se ha convertido en una superestrella.

La próxima semana Rousseff acompañará a Lula a la Cumbre del G20 en Corea del Sur que reunirá a los líderes de las grandes economías industrializadas y emergentes, con una escala en Mozambique, informó el lunes el ministro de Planificación Paulo Bernardo, a la estatal agencia Brasil.

Rousseff pasó la mañana del lunes con sus coordinadores de campaña en Brasilia, y luego pretende tomarse unos días para descansar, dijo Bernardo.

Hasta el primero de enero cuando dejará el poder, Lula pretende participar de un maratón de foros a los que quiere llevar a su heredera, entre ellos la cumbre Suramericana en Georgetown, la del Clima de la ONU en México, y una del Mercosur ampliada de la que será anfitrión en diciembre.

El primero de enero, «el primer presidente obrero de Brasil le pasará la banda presidencial a la primera presidente mujer, ese es un nuevo paradigma en este país», constató el gobernador de Sergipe, Marcelo Deda.
La próxima presidente de Brasil, de ancestros búlgaros, es una mujer divorciada, madre de una hija y abuela de un nieto nacido durante la campaña electoral. Tuvo una agitada juventud, cuando fue guerrillera contra la dictadura, sufrió cárcel y tortura.

Rousseff, que nunca había participado como candidata en una elección, ejerció el cargo de mayor responsabilidad en el gobierno de Lula como ministra jefa de gabinete, y el presidente la sacó del anonimato para convertirla en su sucesora.

En medio a las felicitaciones llegadas de todo el mundo, Rousseff recibió el lunes la de los obispos católicos, tras una campaña en la que aborto y religión amenazaron su liderazgo.