¿Se puede prevenir la vejez? Solamente de una manera que es feo pensarlo.
Después de todo, la vejez nos alcanza por el solo hecho de celebrar cumpleaños y nos entrega mucho campo para seguir sembrando y cosechando, agregando vida a los años.
Lo que sí se puede prevenir es el emergente de un mal envejeciento: algunas patologías físicas y mentales que, al final, son -ni más ni menos- que consecuencia del maltrato físico, mental y social, autoinfligido y/o provocado por terceros, además de una combinación de circustancias externas e internas.
Datos duros
Argentina se encuentra actualmente en una etapa avanzada de su transición demográfica, siendo su población una de las más envejecidas de la región, con más de 7 millones de personas mayores de 60 años, concentra así casi el 16 % del total de habitantes; en apenas 15 años más, ese porcentaje llegará a 20 puntos.
Una provincia como Misiones, por ejemplo, con cerca de 1.300.000 habitantes, se aproxima a las 190 mil personas mayores.
A mayor número de hombres y mujeres trasitando la vejez crece la demanda a atención y servicios, algo que no se ve reflejado en políticas públicas, aunque sí en programas de ejecución esporádica.
Ante esta realidad concreta -y con prestaciones a la baja del PAMI, «la obra social (nacional) de los viejos» (alrededor del 85% del total), algo habrá que hacer.
Además de las responsabilidades propias de alguna decadencia no genética o evento siniestro, la verdad es que mucho de lo malo que nos pasa a los viejos responde a una multicausalidad que encuentra actores en el Estado (impotente e incapaz para generar políticas para el sector), la sociedad (que aparta del rebaño a las personas improductivas, entre ellos -naturalmente- a los que pasan los 60 años) y las familias (incapaces de dar contención afectiva y material, lo que de por sí es algo muy grave, ya que son parte de la misma sociedad que nos excluye).
El viejismo es un conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminación hacia las personas mayores debido a su edad. Se manifiesta en actitudes, creencias y prácticas que las consideran menos valiosas, capaces o dignas de respeto, lo que puede llevar a la exclusión social y a la restricción de sus derechos y oportunidades. Este fenómeno también conocido como edadismo, puede afectar a las personas mayores tanto en la sociedad como en su propia autopercepción.
El término viejismo fue desarrollado por Robert Butler en los años 70 y traducido al español como «viejismo» por Leopoldo Salvarezza.
Viejismos típicos son frases como: «ya estás grande para eso»; «a tu edad…»; «¿vas a volver a estudiar?»; «ponerte eso es ridículo…»; «¡Cómo vas a salir con alguien más joven que vos!»
También es de viejista asumir que una persona mayor no puede trabajar, bailar, vestirse de cierta manera o disfrutar de una vida sexual.
Otras formas de discriminaciónn viejista son las actitudes paternalistas o condescendientes hacia las personas mayores.
¿Cuáles son las características del viejismo?
✔Prejuicios y estereotipos: Se basa en ideas negativas sobre la vejez, como creer que las personas mayores son incapaces de aprender, trabajar, disfrutar de la vida, tener relaciones o hacer cosas que les gustan.
✔Discriminación: Se traduce en tratos injustos y despectivos en diferentes ámbitos, como el laboral, social o de salud.
✔Impacto negativo: Puede llevar a la exclusión social, la restricción de libertades, y una reducción en la autopercepción de las personas mayores, haciendo que internalicen estos prejuicios y limiten su propio accionar.
Algunos datos concretos para entender la magnitud del fenómeno viejista
Del asunto se viene hablando desde hace mucho tiempo. La cuestión es que sería oportuno pasar de una buena vez de la palabra a la acción.
Para empezar a abordar estas cuestiones, la Asamblea General de Naciones Unidas convocó la primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en 1982, en la que se elaboró un informe con 62 puntos conocido como el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento. La Asamblea hizo un llamamiento para que se llevaran a cabo acciones específicas en temas tales como la salud y la nutrición, la protección de los consumidores de mayor edad, la vivienda y el medio ambiente, la familia, el bienestar social, la seguridad de ingresos y de empleo, la educación, y la compilación y el análisis de datos de investigaciones.
En 1991 la Asamblea General adoptó los Principios de las Naciones Unidas en favor de las Personas de Edad, que enumeraban 18 derechos de las personas mayores relativos a la independencia, la participación social, la atención, la realización personal y la dignidad. Al año siguiente, la Conferencia Internacional sobre el Envejecimiento se reunió para revisar el Plan de Acción y adoptó la Proclamación sobre el Envejecimiento. Siguiendo las recomendaciones de la Conferencia, la Asamblea General de la ONU proclamó el año 1999 Año Internacional de las Personas de Edad y el Día Internacional de las Personas de Edad se celebra el 1 de octubre de cada año.
Las acciones sobre el envejecimiento continuaron en 2002 cuando se celebró en Madrid la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. Esta adoptó una Declaración Política y el Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento de Madrid con el objetivo de diseñar una política internacional sobre el envejecimiento. El Plan de Acción abogaba por un cambio de actitud, de políticas y de prácticas a todos los niveles para aprovechar el enorme potencial de las personas mayores en el siglo XXI. Las recomendaciones de acción específicas del Plan dan prioridad a las personas mayores y el desarrollo, la promoción de la salud y el bienestar en la vejez, y la protección de un entorno propicio y de apoyo para estas personas.
Una Década del Envejecimiento Saludable
La Década del Envejecimiento Saludable (2021-2030) ofrece la oportunidad de aunar a los gobiernos, la sociedad civil, los organismos internacionales, los profesionales, las instituciones académicas, los medios de comunicación y el sector privado en torno a diez años de acción concertada, catalizadora y de colaboración para mejorar las vidas de las personas mayores, sus familias y las comunidades en las que viven.
La población envejece en todo el mundo con más rapidez que en el pasado, y esta transición demográfica afectará a casi todos los aspectos de la sociedad.
El mundo se ha unido en torno a la Agenda 2030 (aunque Argentina lo niegue) para el Desarrollo Sostenible: todos los países y partes interesadas se han comprometido a no dejar a nadie desatendido y se han propuesto garantizar que todas las personas puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un entorno saludable.
Se necesitaba urgentemente un decenio de acción mundial concertada sobre el Envejecimiento Saludable. En el mundo hay ya más de mil millones de personas que tienen 60 años o más, la mayoría de ellas en países de ingresos bajos y medianos. Muchas de esas personas no tienen siquiera acceso a los recursos básicos necesarios para una vida plena y digna. Muchas otras se enfrentan a numerosos obstáculos que les impiden participar plenamente en la sociedad.
Ya se consumió la mitad del decenio del envejecimiento saludable y no hay nada al respecto. ¿Los gobiernos no tienen nada que decir sobre la ausencia inexplicable de acciones, lo que expresa claramente una actitud viejista?
Una Convención Interamericana que en Argentina tiene jerarquía constitucional
Según la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos de las Personas Mayores (adoptada por la Organización de los Estados Americanos durante la 45ª Asamblea General de la OEA, el 15 de junio de 2015 y aprobada por la ley 27.360 en Argentina en el año 2017, se mencionan y describen más dos decenas de derechos de las personas mayores.
Tenemos una ley
En noviembre de 2022 el Congreso de la Nación otorgó jerarquía constitucional a la Convención Interamericana sobre la Protección de Derechos Humanos de Personas Mayores en los términos del artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, mediante la Ley N° 27.700.
La misma establece como obligaciones de los estados eliminar todas las formas de discriminación, en particular, la discriminación por motivos de edad.
Entre los principios de la convención se establecen la no discriminación a las personas mayores, asegurar la igualdad entre todas las personas, promover la dignidad, autonomía e independencia de las personas mayores, promover la participación e integración social de las personas mayores, defender los derechos y libertades de las personas mayores, valorar los aportes de las personas mayores a su comunidad, garantizar la seguridad de las personas mayores, asegurar el cuidado y la atención de las personas mayores.
Otra de las cuestiones centrales sobre la que hace foco la Convención es el combate de toda forma de discriminación, de estereotipos negativos, de minusvaloración y de violencias ejercidas sobre las personas por el solo hecho de ser personas mayores. Este fenómeno social denominado “edadismo” o “viejismo” alude a una serie de creencias, normas y valores que justifican el destrato, abuso o exclusión de las personas a causa de su edad avanzada.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declararon la Década de Envejecimiento Saludable (2021-2030) como la principal estrategia mundial para construir una sociedad para todas las edades. Uno de sus pilares fundamentales propicia medidas para cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos hacia la edad y el envejecimiento.
Muchas de las personas que han leído este extenso artículo exhiben conductas viejistas y ni siquiera caen en la cuenta de ello. Pues es tiempo que vayan pensando en el temita porque la vejez, al ser inevitable, los espera en el futuro… El calendario es inexorable. (Alejandro Miravet -73- Diplomado en Asistencia Gerontológica Integral)
Argentina se encuentra actualmente en una etapa avanzada de su transición demográfica, siendo su población una de las más envejecidas de la región, con más de 7 millones de personas mayores de 60 años, concentra así casi el 16 % del total de habitantes; en apenas 15 años más, ese porcentaje llegará a 20 puntos.
Muchas de las personas que han leído este extenso artículo exhiben conductas viejistas y ni siquiera caen en la cuenta de ello. Pues es tiempo que vayan pensando en el temita porque la vejez, al ser inevitable, los espera en el futuro… El calendario es inexorable. (Alejandro Miravet -73- Diplomado en Asistencia Gerontológica Integral)
