Vacacionar en Nueva York y comprarse una notebook equivale a su precio en Argentina

La última Macbook Pro se vende en Buenos Aires a $41.479. Con $35 mil se sacan pasajes a Nueva York y se pagan la estadía, la computadora, y gastos.

La distorsión de precios de la tecnología en Argentina lleva a una situación insólita: comprar una computadora en Buenos Aires es más caro que tomarse vacaciones en Estados Unidos y adquirir el mismo modelo de idéntica marca. En los locales del principal revendedor de productos Apple de Buenos Aires, la última Macbook Pro de 13 pulgadas, disco de 256 gb y 8 gigas de ram se vende a $41.479. Ese monto alcanza (y sobra) para tomarse cinco días de vacaciones en Nueva York, comer y transportarse todos los días, comprar la computadora y hasta darse gustos.

Parece increíble pero es tan fácil como hacer las cuentas:
– Pasajes ida y vuelta a Nueva York se consiguen en ofertas de entre 10 y 11 mil pesos.
– En Airbnb se pueden alquilar cuartos por U$S 50 la noche, lo que lleva a $3.000 en 5 días por el dólar tarjeta.
– Entre comida, transporte y gastos extra (libros, discos, salidas) se pueden calcular unos $ 6.500.
– Y finalmente, una visita al Apple Store, para comprarse la misma computadora que en Buenos Aires pero a U$S 1.500 ($13.700 a dólar oficial; o $16.470/$20.900 a dólar ahorro y tarjeta respectivamente). Si se le suma el 8,875% de impuesto a las ventas que se cobra en la ciudad, deben contarse U$S 133 más.

En total, las vacaciones más la computadora se llevan un presupuesto de alrededor de $35.000. La tasa del 50% que se puede cobrar en la lotería de la aduana (por el excedente luego del límite de U$S 300 para entrar tecnología al país) sumaría U$S 600 (o $5490), por lo que incluso con la exageración de gastar miles de pesos en darse gustos en Nueva York y pagar el impuesto al volver, el total estaría por debajo del precio final de los locales porteños. El margen alcanza hasta para considerar el valor de la visa (de U$S 160) para aquellos que no la tienen.

Enrique Carrier, especialista en el mercado de telecomunicaciones, explica que un claro ejemplo de estas distorsiones entre el país y el resto del mundo está en los celulares ensamblados en Tierra del Fuego, que tienen valores entre 2,5 y 3 veces más altos que los del mismo modelo en el exterior. «Se suman muchos factores, como la carga impositiva o los costos duplicados de transporte de las partes importadas: del exterior a Buenos Aires, de Buenos Aires de Tierra del Fuego y de Tierra del Fuego de vuelta a Buenos Aires», plantea. Incluso hay muchas veces que los kits para armar que llegan al país son más caros que los celulares ya armados para la venta en el exterior. La situación llegó a un extremo con algunas marcas que debieron desarmar sus teléfonos terminados sólo para entrarlos al país y luego sumar costos extra para volver a armarlos y venderlos.

El margen de ganancia discrecional del revendedor es lo que se destaca en el caso de los bienes que no se ensamblan localmente y tienen la importación restringida. Así, el mercado está compuesto por oferentes atomizados que suben el precio hasta donde responda al menos un comprador, o por pocos vendedores oficiales que tienen las importaciones facilitadas pero con altas cargas impositivas. «En el mercado se llega a pagar el  dólar blue más un plus por la adquisición de un producto que no se consigue. No hay un precio de referencia, sino un mercado construido sobre el «a ver cuánto me pagan», explica Carrier.

Este tema fue introducido en la campaña presidencial por el eqiupo de Ernesto Sánz, precandidato de la UCR en Cambiemos. Desde el espacio sostienen que la Argentina «es el país con tecnología más cara del planeta» y que eso la hace inaccesible, cuestión que perjudica a «empresas, trabajadores y consumidores». Por esto, desafían a los otros precandidatos con dos ejes: aseguran que se podría tener tecnología a precio internacional desde 2016 y rechazan la idea de que agregar valor es armar un aparato con partes importadas.

Por Nicolás Furfaro, para Eldestapeweb.com