El envejecimiento de la población no es solo una cifra más en las estadísticas: es una realidad que está transformando la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para 2050, se espera que el 22% de la población mundial tenga más de 60 años. Este fenómeno está ocurriendo a un ritmo acelerado en todo el mundo y en Argentina, las personas mayores representan casi el 15% de la población total.
Este dato no solo refleja un cambio demográfico, sino también una oportunidad para repensar cómo estamos estructurando nuestras sociedades. A medida que la esperanza de vida aumenta, surgen nuevos desafíos, especialmente en áreas urbanas. El 80% de los adultos mayores vive en áreas urbanas, lo que plantea una serie de retos relacionados con la accesibilidad, la atención médica y la integración social. Las ciudades del futuro deberán ser pensadas para las personas de todas las edades, garantizando que puedan acceder a espacios públicos, servicios y cuidados adecuados.
Considero que es fundamental que entendamos este proceso de envejecimiento no solo como un fenómeno biológico, sino como un proceso integral que afecta todos los aspectos de la vida. La salud mental, la participación social y la accesibilidad física son aspectos clave que deben ser parte de la planificación de nuestras ciudades y comunidades. Si bien el envejecimiento plantea desafíos, también nos brinda la oportunidad de invertir en un futuro más inclusivo para todos.
Aracelli Marconi
¿Cómo podemos, como sociedad, prepararnos para estos cambios?
Para asegurar que las personas mayores vivan con dignidad, autonomía y respeto, debemos centrarnos en tres áreas principales:
✔Educación y sensibilización: Es necesario promover una mayor conciencia sobre los derechos de las personas mayores y su rol activo en la comunidad.
✔Accesibilidad y movilidad: Las ciudades deben ser adaptadas para que los adultos mayores puedan moverse de manera segura y cómoda.
✔Atención personalizada: Es fundamental que los servicios de salud y cuidado sean inclusivos, respetando las particularidades de cada individuo, y considerando sus necesidades físicas y emocionales.
Cuidar a nuestros mayores no es solo una cuestión de justicia social; es una inversión en el futuro de todos. Un entorno saludable para los mayores es un entorno saludable para todas las generaciones.
Finalmente, Aracelli Marconi nos deja preguntas cuyas respuestas -a mi juicio, Alejandro Miravet- están en dos campos, el de la sociedad y el del Estado:
✅¿Cómo pueden las organizaciones y comunidades contribuir al bienestar de los adultos mayores?
✅¿Qué cambios deberían implementarse para garantizar una integración plena de las personas mayores en nuestras sociedades?