José Antonio Vargas, un reconocido periodista del New York Times, ganador, entre otros, de un premio Pulitzer, sacudió el ya de por sí acalorado debate sobre la reforma migratoria al revelar públicamente que es un inmigrante indocumentado. Así, este el galardonado hombre de prensa nacido en Filipinas reveló su «secreto mejor guardado» durante casi 15 años. «Mi vida como un inmigrante indocumentado» es el título del artículo que adelantó hoy en la portada de la edición digital del diario «The New York Times».
En ese periódico, José Antonio Vargas, un periodista de origen filipino que colaboró con el prestigioso medio neoyorquino, reveló su «secreto mejor guardado» durante casi 15 años.
En 2008 Vargas ganó un Pulitzer trabajando para The Washington Post.
«Estoy harto de correr. Estoy agotado. No quiero ya esa vida», afirmó en el artículo Vargas, quien llegó a Estados Unidos en 1993, con 12 años de edad, para vivir con sus abuelos -ambos residentes legales-.
El periodista, ganador de uno de los más prestigiosos premios del periodismo estadounidense, sólo supo que sus papeles eran falsos cuando cuatro años más tarde trató de sacar la licencia de conducir en el área de San Francisco, California.
Según explicó en un extenso y conmovedor artículo que el diario publicará en papel en su revista del fin de semana, Vargas contó su larga lucha para esconder su verdadero estatus -que le impidió ir a la universidad- y el gran costo personal que esto le provocó.
«Me convencí de que si trabajaba lo suficiente, si conseguía lo suficiente, sería recompensado con la ciudadanía, sentía que podría ganarla», relató.
«Y lo intenté», continuó.
«Durante los últimos 14 años, me gradué en la secundaria y en la universidad y construí una carrera como periodista, entrevistando a algunos de los personajes más famosos del país. En la superficie, alcancé una buena vida, viví el sueño americano».
«Pero sigo siendo un inmigrante indocumentado y eso significa vivir un tipo de realidad distinta», señaló y explicó todos los sacrificios personales sufridos.
«Apenas poder confiar en la gente, incluso en las personas más próximas», sostuvo.
También los sacrificios fueron en el campo profesional, al tener que renunciar a una beca en un reputado diario porque le pedían la tarjeta original con su número de seguridad social, que en su caso era falsa, además de la incomodidad de tener que mentir legalmente.
Tanto en el artículo como en una entrevista con la cadena ABC que hoy emitió un adelanto, Vargas señala que su decisión de revelar ahora su verdadero estatus tiene que ver con el debate que se está dando a lo largo de todo el país sobre la reforma migratoria.
Pero el periodista señala como una de las causas más fuertes a la «DreamAct», una propuesta de ley que abriría a jóvenes indocumentados una puerta a la ciudadanía, siempre y cuando realicen estudios universitarios o sirvan en el Ejército.
Con su revelación pública, Vargas dijo esperar también cambiar la idea preconcebida que muchos estadounidenses tienen de los inmigrantes indocumentados.
«No somos siempre lo que la gente piensa, algunos recogen tus fresas o cuidan a tus hijos, algunos están en secundaria o en la universidad y, algunos, resulta que escriben artículos que puede que acabes leyendo», afirmó desde su nota al lector.
El debate sobre la reforma migratoria -promesa de campaña de Barack Obama- está más estancado que nunca, mientras que muchos Estados aprueban, una tras otra, duras leyes anti inmigratorias desafiando al poder federal.
En las últimas semanas, Obama recibió en varias ocasiones a líderes políticos, activistas y líderes de opinión pública implicados en la reforma migratoria, pronunció un discurso sobre el tema en la frontera con México en El Paso, Texas, además de convertirse en el primer presidente, en 50 años, que realiza una visita oficial a Puerto Rico.
Pero cada vez más activistas acusan al mandatario de realizar sólo gestos con vistas a cortejar al -cada vez más poderoso- electorado hispano con vistas a sus aspiraciones de ser reelegido el año próximo.
Los inmigrantes «somos parte de esta sociedad y creo que todos nos merecemos un poco de dignidad», concluyó Vargas.