Con 40 años de matrícula, Sergio Santiago lidera una estructura familiar que no solo ha sobrevivido a los cambios de época y a la pandemia, sino que se ha reconstruido simbólicamente para atender las demandas de una sociedad digitalizada, logrando la federalización de trámites que antes estaban cautivos en Buenos Aires.
La especialización como motor: de Misiones a Europa
Facundo Santiago, el menor de los hermanos, ha sido el disparador de un eje central para el estudio: la propiedad intelectual. Con una formación que incluye experiencias en Estados Unidos y España, el abogado se prepara para cursar en enero un módulo avanzado en Alicante, sede de la oficina de propiedad intelectual de la Unión Europea. Esta apuesta por la formación internacional busca traer a la provincia herramientas de vanguardia para proteger activos intangibles —software, diseños y reputación digital— que hoy representan el valor más alto de las pymes locales. Con más de 800 marcas registradas, el estudio hace docencia sobre la importancia de la prevención jurídica.
La advertencia sobre los nuevos delitos
Un capítulo ineludible en la práctica actual de los Santiago es el crecimiento exponencial de las estafas bancarias y el ciberdelito. Sergio Santiago advierte que este fenómeno requiere una atención especial y una justicia capacitada que comprenda que «hoy el ciberdelito maneja más dinero que la droga». El estudio destaca el salto institucional que ha dado la provincia con la creación de fiscalías especializadas, pero insiste en que el volumen del daño económico obliga a los bancos a invertir en seguridad y a la justicia a no erosionar la confianza social frente a estos ataques tecnológicos.
Inteligencia artificial y el futuro del oficio
La incorporación de la inteligencia artificial es una realidad cotidiana en el escritorio de los Santiago, aunque siempre bajo un estricto criterio humano. Sebastián Santiago, el mayor de los hijos y primer socio del estudio, resalta que utilizan herramientas como Copilot para agilizar procesos, pero sin delegar el juicio profesional, ya que la tecnología «todavía divaga». En este sentido, el estudio plantea un debate ético necesario:
Regulación: Es imperativo regular el algoritmo antes de que el daño ocurra.
Empatía: El criterio y la creatividad humana siguen siendo insustituibles frente a la automatización.
Cultura Jurídica: Promueven la consulta al abogado de forma preventiva, comparando la salud legal con la médica.
Un taller de debate familiar
El funcionamiento interno del estudio se basa en la corrección colectiva. Cada escrito circula entre los tres integrantes, permitiendo que la intuición y el roce de los 40 años de trayectoria de Sergio se amalgamen con la visión técnica y actualizada de Sebastián y Facundo. Esta sinergia les permite abordar casos complejos, como ejecuciones por planes de ahorro o cláusulas abusivas, desde ángulos creativos que desafían las estrategias tradicionales. Cinco años después de su última gran transformación, el estudio Santiago reafirma su vigencia, entendiendo que el derecho ya no se ejerce en un mundo estático, sino en uno de constante aceleración tecnológica. (Con información de Economis)

