Turcos lloran muerte en buque atacado por israelíes

Turcos molestos lloraron el jueves a activistas muertos en la captura hecha por Israel a un buque de ayuda que iba a la Franja de Gaza, mientras Israel buscaba desviar las demandas de Naciones Unidas de realizar una investigación internacional. n otra señal de que Israel busca responder las críticas en el mundo, una fuente cercana al despacho del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que consideraba algún rol internacional en el ejercicio de un embargo de armas sobre Gaza, permitiendo el ingreso de bienes civiles.

Netanyahu planeaba convocar a ministros de gabinete posteriormente el jueves para discutir la idea, dijo la fuente.

Turquía seguía molesto por la muerte de nueve de sus ciudadanos, uno de los cuales también poseía la ciudadanía estadounidense. Miles de personas acudieron a un funeral en Estambul para ocho de los activistas pro-palestinos que murieron en el asalto de comandos navales del lunes.

Los féretros iban envueltos en banderas turcas y palestinas.

«Turquía nunca olvidará un ataque así sobre sus barcos y gente en aguas internacionales. Los lazos de Turquía con Israel nunca más serán los mismos», dijo el presidente Abdullah Gul sobre las relaciones alguna vez cercanas con un aliado estratégico.

Activistas pro palestinos del buque, finalmente liberados tras permanecer días incomunicados en una cárcel israelí, dieron sus propias versiones del incidente, describiendo un «baño de sangre» con personas que recibieron disparos ante sus ojos y esfuerzos desesperados por tratar a los heridos.

Israel dijo que sus comandos debieron disparar en defensa propia luego de encontrar una fiera resistencia a bordo del crucero Mavi Marmara, parte de una flotilla de ayuda que se dirigía a la bloqueada Franja de Gaza.
En una de las diferencias claves entre las versiones, Bulent Yildirim, director de una organización de caridad turca que organizó la flotilla, negó las acusaciones israelíes de que activistas abrieron fuego primero con armas que arrebataron a los israelíes.

Yildirim señaló que los activistas arrebataron armas, pero las lanzaron por la borda.

«Dijimos a nuestros amigos a bordo: ‘Moriremos, nos convertiremos en mártires, pero no dejemos que nos presenten (…) como los que usamos las armas'», afirmó.

Laura Stuart, ama de casa y socorrista, describió intentos frenéticos por tratar a los heridos en una sala de enfermos improvisada, e intentos fallidos por resucitar a algunos de los muertos.

«La gente había recibido disparos en los brazos, piernas, en la cabeza (…) en todas partes. Tuvimos muchos heridos. Fue un baño de sangre», relató.

Israel dice que el bloqueo de cuatro años es para evitar que los gobernadores de Hamas en el territorio palestino tengan acceso a cohetes iraníes de largo alcance. La ONU, la Unión Europea y Estados árabes dicen que ha causado un desastre humanitario.

En medio de una condena internacional que contó con el retiro del embajador de Turquía en Tel Aviv, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, sugirió una investigación israelí con participación internacional, una propuesta aceptada por el ministro israelí de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman.

«Estoy a favor de una investigación. Tenemos suficientes expertos legales de alto nivel (…) Si quieren observadores del extranjero, pueden invitar a observadores», dijo Lieberman en Radio Israel.

Como ejemplo, Lieberman citó una investigación sobre el hundimiento de un buque de guerra surcoreano, donde Seúl lideró su propia investigación, pero incluyó a expertos estadounidenses, australianos, suecos y británicos.

Israel se opone a una investigación completamente independiente tras ser reprendido el año pasado por una pesquisa de la ONU sobre la ofensiva que lanzó contra Gaza en diciembre del 2008.

La investigación halló evidencias de que las fuerzas israelíes cometieron crímenes de guerra, una acusación que fue negada por el Estado judío.

(Reporte adicional de Joseph Nasr y Allyn Fisher-Ilan en Jerusalén, Ross Colvin en Washington, Simon Cameron-Moore en Estambul, Yara Bayoumy en Beirut, Avril Ormsby en Londres, Mary-Louise Gumuchian en Dublín y Christian Lowe en Argel; Editado en español por Juana Casas)