El presidente estadounidense, Barack Obama, y su par chino, Hu Jintao, usaron la diplomacia para abordar temas espinosos como los derechos humanos y las ventajas comerciales chinas, en una rueda de prensa en la que aseguraron que ambos países «seguirán trabajando para solucionarlos». «La historia demuestra que las sociedades son más armoniosas y más exitosas y el mundo es más justo cuando los derechos y las responsabilidades de todos los pueblos y naciones son respetados, incluidos los derechos universales de todos los seres humanos», dijo Obama en sus palabras durante una comparecencia conjunta.
Hu no hizo alusión al tema y prefirió centrarse en rescatar la fructífera colaboración entre los dos países, y el creciente «respeto mutuo» que la enmarca.
No obstante, en la conferencia, realizada en la Casa Blanca inmediatamente después de la reunión entre ambos líderes, Obama elogió el «crecimiento extraordinario» del gigante asiático que permitió «sacar a millones de la pobreza», así como las décadas de estabilidad en ese continente que «hacen posible la presencia y el comercio de Estados Unidos en esa región».
«La cooperación y competencia amistosa entre ambos países es buena para el mundo», subrayó el mandatario estadounidense, que también abordó en su discurso los consensos con Beijing que permitieron las sanciones contra Irán (por su programa nuclear), así como la reducción de tensiones la Península coreana.
Luego el demócrata dijo que Washington y Beijing están expandiendo la cooperación militar, y anunció acuerdos por 45 mil millones de dólares con China, en maquinaria, agricultura y aviación, acuerdos que -según explicó- respaldarán 235 mil empleos estadounidenses, particularmente en el sector de la manufactura.
Cuando, a través de una pregunta periodística, el ríspido tema de los derechos humanos fue puesto nuevamente sobre la mesa, Obama eludió definiciones concretas y prefirió recurrir a la diplomacia para señalar que planteó «con sinceridad» las diferencias entre ambos países, y consagró el compromiso de «seguir trabajando» en ellas.
El líder chino utilizó el mismo recurso cuando se abordó el tema del yuan -que, devaluado en un 35% genera efectos distorsivos en el comercio internacional- y se limitó a asegurar que en materia económica hay diferencias de criterio sobre las que ambos países «se encuentran trabajando».
Hu celebró el «intercambio profundo de perspectivas» que permitió llegar a «acuerdos importantes sobre las relaciones entre los dos países y sobre asuntos regionales que compartimos», así como el progreso en la cooperación bilateral en varias áreas.
«En esta primera mitad del siglo XXI, Estados Unidos y China compartes intereses y responsabilidades en común», agregó el líder chino en su discurso que fue transmitido por la cadena CNN.
Esta noche, Hu asistirá a una cena oficial en la Casa Blanca (la primera en su tipo ofrecida a un mandatario chino en 13 años), informó la agencia de noticias DPA.
La visita de Hu se enmarca en una complicada relación entre Washington y Beijing, particularmente en torno al valor de la moneda china -según Washington artificialmente subvaluada-, el acceso a Internet, el tema tibetano y la venta de armas estadounidenses a Taiwán.
La agenda de Hu y su anfitrión -quien visitó Beijing en noviembre de 2009- está también centrada en otros complicados temas como la situación en la península coreana y el programa nuclear iraní.
Hu llegó ayer por la tarde a Washington y fue recibido con honores militares, antes de ser agasajado con una cena casi íntima en la Casa Blanca presidida por Obama, una deferencia que Estados Unidos reserva para muy pocos visitantes.
En una señal de presiones políticas internas, la Casa Blanca defendió ayer la invitación a Hu e insistió en que no callará preocupaciones de Washington sobre los derechos humanos en China.
El mandatario chino tiene previsto visitar Chicago y reunirse con empresarios estadounidenses antes de regresar a China, el viernes.