Alberto Acosta, uno de los fundadores de la coalición que gobierna Ecuador y ex presidente de la Asamblea Constituyente, afirmó que no tiene dudas de que la sublevación policial del 30 de septiembre fue producto de una conspiración y dijo temer que el episodio sea «una advertencia de cosas que puedan repetirse».
Acosta ostuvo que la asonada del 30 de septiembre «es el hecho político más violento desde que se reinstauró la democracia en 1979» y subrayó que hubo «seis muertos y casi 200 heridos», aunque otras fuentes elevan a 10 el número de fallecidos.
«No hay ninguna justificación para lo sucedido, no podemos volver nuevamente a la senda de los cuartelazos; es lamentable que se haya llegado a esta situación y esto tiene que ser rechazado por toda la sociedad», manifestó Acosta.
Recordó que «cuando fueron sacados del poder tres gobernantes por movilizaciones populares (Abdalá Bucarám en 1997, Jamil Mahuad en 2000 y Lucio Gutiérrez en 2005) no hubo tantas víctimas, tanta violencia».
No obstante, indicó que, «cerrada la puerta a cualquier justificación de lo ocurrido, surgen dudas, muchas explicaciones».
«Si había malestar en la policía y las Fuerzas Armadas, ¿por qué no fueron informados oportunamente los mandos militar y policial, los respectivos ministros y, en concreto, el presidente?», se preguntó.
Acosta aseguró que el gobierno «no sabía realmente lo que pasaba, pese a que es indudable que había una conspiración en marcha, que no aparece de la noche a la mañana; esto ya es indiscutible: el que sostiene que era espontáneo, o no entiende o defiende algún interés».
«En la televisión se vio a los soldados de la base aérea que tomaron el aeropuerto de Quito; llevaban casi todos unas pancartas contra el gobierno que tenían que haberse elaborado días antes, en tela, bien impresas, todas iguales», precisó.
Acotó que hubo otros indicios de lo que podía ocurrir, como cuando una semana antes del jueves 30, «dirigentes estudiantiles irrumpieron y bloquearon el debate en la Asamblea Nacional (parlamento) cuando se discutía la ley de educación superior en paralelo a la de servicio público que generó el malestar policial y militar», y preguntó a continuación: «¿La policía no les abrió la puerta? Todo indica que sí».
«El mismo día jueves se bloqueó la Asamblea Nacional por parte de la policía, que permitió el ingreso de asambleístas de oposición, pero no de los oficialistas y a estos últimos se los agredió, se les echó gases; está perfectamente documentado», abundó.
Según quien fue titular de la Constituyente de Montecristi que elaboró la actual Carta Magna de Ecuador, «el presidente Correa dice que hubo un intento de golpe de estado pero eso no puede obviar lo que podemos anotar como responsabilidad directa del gobierno».
«La pregunta es si el gobierno va a poder rectificar, aprovechar el fortalecimiento de cortísimo plazo o si esto es una advertencia de cosas que pueden volver a repetirse en un futuro no muy lejano», señaló Acosta, uno de los fundadores de la Alianza País (AP) gobernante, de la que hoy dice que está alejado pero «sin haber pasado a la oposición».
Entre esos factores de responsabilidad, Acosta mencionó que el gobierno no supo «llegar a las bases de la policía y las Fuerzas Armadas».
Acosta agregó: «¿Cómo el presidente, sin saber lo que pasaba, se va a un cuartel que está sublevado? Esto muestra otro problema: el presidente no tiene ministros sino subsecretarios, porque no son los que resuelven los problemas».
«Yo fui muchos años amigo de Correa, desde el `91. Comprendo que está movido por la pasión por la patria, pero no da espacio a que sus ministros actúen y resuelvan», aseguró.
A juicio de Acosta, hubo «un cúmulo de errores que se fueron sumando durante el día (jueves), empezando por cerrar los medios de comunicación, que creo que era totalmente innecesario; era legal, pero no creo que ese sea el camino».
Para el ex constituyente, Correa «en el corto plazo sale fortalecido, a la gente le gustan presidentes valientes, machos, enérgicos», pero «eso tiene sus límites» porque quedó «una policía con una tremenda fractura» y «va a llevar muchos años curar esas heridas».
«Tenemos una policía enfrentada al Ejército y viceversa, una pugna que ha existido más de una vez en el país y que vuelve a recrudecer, y la policía es un pequeño ejército de más de 42.000 hombres», anotó.
Además, señaló como «algo muy preocupante» que «los militares volvieron a actuar como dirimentes de la democracia en el país» y «recién se pronunciaron a las dos de la tarde, no enseguida» de producida la sublevación.
«Pero la sociedad volvió a esperar el pronunciamiento de los militares», concluyó.