El papa se abrazó con simpatía con varios feligreses que se concentraron tras las vallas de ingreso al santuario bajo un fuerte sol antes de dar inicio a la celebrción en Paraguay.
Ya en el acceso al pueblo, caravanas de colectivos y vehículos ingresaron a paso de hombre, en medio de un cordón de niños, jóvenes y familias que están a la espera del Santo Padre.
Miles de personas se encuentran apostadas frente y a los costados de la Basílica, con gran cantidad de argentinos portando banderas, gorros, y camisetas celestes y blancas y con carteles identificatorios de su origen, la mayoría de localidades del noreste del país.
Caacupé («detrás del monte» en idioma guaraní) es considerada «Capital Espiritual del Paraguay», ya que allí se encuentra emplazada la Basílica homónima donde se rinde honores y culto a la Virgen de los Milagros de Caacupé, Santa Patrona de los paraguayos.
Asentada sobre el cerro homónimo, la pequeña localidad de 47 mil habitantes, rodeada de valles verdes y cerros bajos, está de fiesta con la llegada del Sumo Pontífice.
Adornada con banderas tricolores del país anfitrión y las pontificias, el pueblo se ve desbordado de fieles que empezaron a llegar ayer provenientes de distintos puntos del país, junto a decenas de miles de argentinos, que intentan estar lo más cerca posible de su Papa compatriota.
En clima de festejo y expresiones de fe, los paraguayos celebran de manera multitudinaria una visita papal después de casi tres décadas.