El partido comunista chino consolidó el lunes su papel determinante en el desarrollo de China a un ritmo «relativamente rápido» en los próximos cinco años, y colocó al vicepresidente Xi Jinping en órbita para la sucesión del jefe de Estado Hu Jintao. La renovación política, con la quinta generación de dirigentes comunistas – después de Mao Tse Tung, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao– ocupó un lugar destacado durante los cuatro días del pleno del PCC que terminó el lunes, con el nombramiento de Xi Jinping al cargo de vicepresidente de la Comisión militar central (CMC).
Ello convierte al actual vicepresidente en el lógico sucesor del presidente Hu Jintao en 2013.
Xi, de 57 años, es desde 2007 miembro del Comité permanente del Buró político del PCC, el grupo de nueve hombres que dirige China.
El hecho de que no fuera nombrado a la CMC en un precedente pleno en 2009 había intrigado a los expertos, algunos de los cuales se habían interrogado sobre la validez de las predicciones que lo daban como futuro número uno.
Desde entonces, este político con brillantes antecedentes familiares – es hijo de Xi Zhongxun, gran revolucionario comunista y compañero de Mao – ha generado un creciente interés en los medios de prensa.
Si se convierte en el próximo jefe de Estado, debería formar equipo con Li Kenkiang, primer viceprimer ministro, y probable sucesor del primer ministro Wen Jiabao.
El pleno del Partido comunista se celebró en un inhabitual contexto de abundantes llamados a la democratización en China –procedentes tanto del exterior como del interior del PCC–, tras la atribución del premio Nobel de la paz al disidente Liu Xiaobo, que irritó a Pekín, pero también parece haber dado ímpetus a los reformistas.
Pero al término de debates celebrados en secreto por los casi 370 miembros, el Comité central reafirmó que el papel dirigente del Partido comunista es una «garantía fundamental» para el desarrollo de China, según informó la agencia Nueva China.
«El papel dirigente del Partido comunista chino es la garantía fundamental para que China consiga realizar sus objetivos de desarrollo económico y social durante los cinco próximos años», según un comunicado publicado al término del pleno en un gran hotel de Pekín, y citado por la agencia oficial.
Los miembros del comité central quieren «trabajar para mejorar la capacidad del Partido para dirigir» el país, según el documento, que subraya la necesidad de reforzar su «competencia» en materia de desarrollo económico y social, se indicó en el comunicado del pleno que estudió el plan quinquenal 2011-2015.
China quiere avanzar rápidamente en las «restructuraciones económicas» y apunta a un «crecimiento estable y relativamente rápido, lo cual es un objetivo clave para los próximos cinco años», después del 9,1% del año pasado.
El Partido también abogó por un «aumento de los ingresos», por «reforzar el sistema de seguridad social» así como por «la aceleración de la reforma y del desarrollo del sector de la salud», según China Nueva.
Se trata para este partido de unos 70 millones de miembros de asegurar su supervivencia al frente del país más poblado del mundo (1.300 millones de habitantes) y como timonel de la segunda economía mundial, mientras se ahonda el abismo entre ricos y pobres, con lo que el descontento pueden convertirse en un elemento potencialmente explosivo.
La protección de la salud y las jubilaciones son un verdadero desafío para el PCC, que desea también que los chinos ahorren menos para consumir más.