Dictador: Bush dispuesto a ordenar más torturas o lo que sea si es necesario

Guerra en Irak, sospechosos sometidos a duras técnicas de interrogatorio: en las memorias publicadas el martes, George W. Bush dice no lamentar las decisiones más emblemáticas de su presidencia, y afirma que volvería a hacer lo mismo para «defender a los estadounidenses». «Cuando recuerdo esos pensamientos más de siete años después de que las tropas estadounidenses liberaran a Irak, estoy firmemente convencido de que derrocar a Saddam (Hussein) fue una buena decisión», escribe el ex presidente en «Decision Points», su libro de memorias presentado este martes.

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El ex presidente asegura, sin embargo, que «nadie estuvo tan descorazonado y furioso» como él «cuando no se encontraron las armas de destrucción masiva» en Irak, con las que justificó la invasión.

Pero «a pesar de todas las dificultades que siguieron, Estados Unidos está más seguro sin un dictador asesino que intenta dotarse de armas de destrucción masiva y apoya el terrorismo en el corazón de Medio Oriente», agrega Bush, cuya intervención en Irak en 2003 dividió profundamente a sus aliados occidentales.

Bush asegura que en 2003 aconsejó al entonces mandatario mexicano Vicente Fox, en pleno debate diplomático sobre un ataque a Irak, que no se aliara con Francia en la ONU.
La conversación con Fox «empezó mal», recuerda Bush. «Cuando le dije a Vicente que le estaba llamando por la resolución de la ONU, me pregunto de cuál resolución estaba hablando».

La resolución 1441, que había sido aprobada anteriormente, advertía a Irak de «serias consecuencias» en caso de no cooperar.

«Si me permites un consejo, no deberías dar la impresión de que te estás aliando con Francia», asegura Bush que le dijo a su «amigo» mexicano.

En una entrevista con la cadena NBC la noche del lunes, Bush, quien se mantuvo casi en silencio tras su partida de la Casa Blanca, indicó que no pretendía pedir perdón a los estadounidenses por haber emprendido la guerra en Irak. «Pedir perdón significaría que esa decisión fue mala», dijo.

También aseguró que había sido «una voz disidente» en el seno de su administración en los meses previos a la guerra. «No quería usar la fuerza (…). Quería darle una oportunidad a la diplomacia», aseguró.

Tras los atentados del 11 de setiembre, algunos meses después de su llegada al poder, George W. Bush inició una «guerra contra el terrorismo» que se tradujo en la invasión a Afganistán, y en el uso de torturas en interrogatorios a sospechosos de terrorismo, en particular la ‘simulación de ahogamiento’ o ‘submarino’.

En sus memorias, el ex presidente reconoce haber ordenado someter a la «simulación de ahogamiento» al cerebro de los atentados del 11 de setiembre, Jaled Cheij Mohammed.

Fue «difícil desmoronarlo», agrega Bush. «Pero cuando lo hizo, nos reveló muchas cosas», en particular un proyecto de atentado con ántrax contra estadounidenses.

Amnistía Internacional llamó elmartes al gobierno estadounidense a enjuiciar a Bush por su «confesión» sobre la ‘simulación de ahogamiento’, actualmente considerada como tortura por la CIA.

«La confesión del presidente Bush» es «suficiente para desencadenar la obligación internacional que tiene Estados Unidos de investigar» y «demandarlo ante la justicia», dijo Rob Freer, dirigente de Amnistía Internacional, en un mensaje electrónico enviado a la AFP.

El ex presidente también relata que le ordenó al Pentágono hacer un plan para atacar a Irán debido a su programa nuclear, algo que luego archivó debido a que la inteligencia estadounidense concluyó que los iraníes no buscaban dotarse de armas de destrucción masiva.

«Le ordené al Pentágono estudiar qué sería necesario para un ataque» contra Irán, explicó Bush.

Sin embargo, la Estimación de Inteligencia Nacional (NIE) «me dejó maniatado en el plano militar» cuando emitió un informe a fines de 2007 diciendo que Irán no tenía un programa de armas nucleares.

«¿Cómo iba, después del NIE, a explicar que iba a usar al ejército para destruir las instalaciones nucleares de un país que la inteligencia me decía no tenía un programa de armas nucleares activo?», se interrogó Bush.

En el plano personal, el ex mandatario hace alarde en el libro de sus convicciones religiosas y revela un incidente de su juventud que marcó su hostilidad hacia el aborto: debió llevar a su madre, Barbara, al hospital cuando acababa de sufrir un aborto espontáneo.

«Jamás hubiera pensado que vería el feto, que ella había conservado en un frasco para llevarlo al hospital. Recuerdo que me dijo: ‘He aquí una vida humana, un hermanito o una hermanita'».