Con varios santos a quienes rogar y agradecer, los productores del pan nuestro de cada día tienen diversas oportunidades en el año para santificar su noble tarea. Una de ellas es este día, en que se honra la memoria de San Clemente María Hofbauer (1750-1820), quien arribó con el patronazgo a la zona hace siete décadas, integrando una misión de la Congregación del Santísimo Redentor. Pero en la disputa santoral está -sin grietas- San Honorato (… – 600), a quien se celebra el 16 de mayo. Aunque los panaderos argentinos celebran su propio día laboral (al margen del calendario religioso) el 4 de agosto de cada año.
En el caso de San Clemente, cuando era adolescente trabajó como panadero y con los años se conviertiría en el “Patrón de los Panaderos”. Como era pobre, no podía realizar sus estudios eclesiásticos y trabajó en una panadería de Viena, Austria, donde la Providencia Divina se hizo presente, permitiéndole conocer a a dos mujeres piadosas que se ofrecieron para pagarle los estudios. Tanta fue su trascendencia como religioso que llegó a convertirse en Patrono de Varsovia y de Viena.
Esta inspiración fue tomada por sus cohermanos redentoristas en la ciudad de Posadas, Misiones, para la construcción de la Primera Escuela Taller de Posadas, que lleva el nombre de Escuela Taller Espíritu Santo, y es fuente de instrucción profesional y vida espiritual.
Honorato, en cambio, ue obispo de Amiens (Francia), al rededor del siglo VI, nacido en Port-leGrand (Pothieu), no conociéndose la fecha exacta de su nacimiento. Murió ahí mismo un 16 de mayo del año 600. Miembro de una de las familias más importantes de Francia, con el Obispo Sant Beat como maestro y guía espiritual, pasando a ser su sucesor.
Según se cuenta tradicionalmente, durante su consagración, un rayo divino y un aceite misterioso descendió sobre su cabeza, Dios quiso confirmarle con un prodigio que pudieron ver todos los asistentes.
San Honorato proclamaba a molineros y panaderos como sus protegidos. El culto a San Honorato se extendió fuera de los límites del obispado por todo el país, y más tarde, más allá de las fronteras.
El panadero Renold Theriens, regaló avanzado el 1390 unos terrenos en París para construir una capilla en honor al santo. Más tarde llegó a ser una de las más ricas de París, dando lugar a la Rue y al Faubourg Saint Honoré, una de las calles más alegres de la capital gala. En 1400, los panaderos de París establecieron su cofradía en la Iglesia de San Honorato, celebrando desde ese momento su fiesta patronal el 16 de mayo y propagando su devoción y patronazgo por todo el mundo.
Era tan grande esta devoción, que, en 1659, Luis XIV ordenó que cada panadero debía asistir a la fiesta de San Honrato el día 16 de mayo, al servicio divino, y pagar todos los domingos una retribución a la comunidad.
No en todas partes se le rinde culto a San Honorato. En otros lugares fué a San Ludardo, que en el siglo XIII ejerció profesión de panadero. En Saint-Denis se venera a Sant Illes, porque su nombre en griego significa trigo, en Flandes y otras localidades belgas se venera a San Ambert, obispo de Cambrai, habiendo sido un panadero curado por su mediación. En Valencia la Virgen de la Merced, en Castellón, Nuestra Sra. de Lidón, en Zaragoza, Santa Rita de Casia, en Barcelona también fueron patronos de los panaderos San Gim y San Juan del Pan. Y a ellos se suma San Clemente. También se reinde tributo espiritual por esa razón a la Virgen de las Mercedes (Valencia), Santa Rita (Zaragoza) y la Virgen del Lledó (Castellón).
Al ser proclamado Honorato obispo, se cuenta que su madre estaba cociendo pan en la casa. La mujer acogió la noticia de su consagración con una sorpresa incrédula. Así ella, le dijo a su hijo que sólo se lo creería si convertía en un árbol la requemada pala que utilizaba para hornear, y ésta echase raíces. Confirmando a su palabra, San Honorato plantó la pala en el patio de la casa, que más tarde se convertiría en una morera. Desde entonces, el santo patrón, es disputado por floristas y panaderos.
En 1957, por decisión del Congreso Nacional, se determinó un día específico para no olvidar la importancia de la profesión panaderil en la República Argentina, por el esfuerzo físico de los panaderos y su dedicación para dar de comer a la población. El Día del Panadero se celebra el 4 de agosto porque se recuerda la primera vez que se creó un sindicato de su rubro, para defender los derechos de sus trabajadores.