Brasil llora asesinato de once niños en una escuela de Río

Once niños de una escuela municipal de Río de Janeiro murieron al ser atacados por un hombre de 23 años que irrumpió a tiros en el establecimiento del que era ex alumno y se suicidó, mientras que unas 30 personas resultaron también heridas. La cifra de muertos asciende a doce con el tirador que se suicidó.

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El homicida fue identificado por la policía, según el reporte de la cadena Globo, como Wellington Menezes de Oliveira, de 23 años, quien fue alumno de esa misma escuela y tras el ataque dejó una carta.

De acuerdo con los reportes de los diarios brasileños Folha, Globo y Estado y la Agencia Brasil, los muertos ascendían a 11 alumnos, además del agresor, y una treintena de heridos.

«El tenía la determinación de suicidarse después de la tragedia» afirmó el coronel de la Policía Militar, Djalma Beltrami, quien tambien confirmó la existencia de la carta escrita por el múltiple homicida.

Según las primeras versiones, el agresor era conocido en la escuela y entró a las 8.30 al establecimiento bajo el pretexto de que iba a dar una charla en uno de los cursos, pero en su lugar comenzó a disparar contra alumnos, docentes y administrativos que salían a su paso.

En medio de la conmoción, los docentes para evitar que otros alumnos fuesen alcanzados por el agresor trabaron las puertas de aulas y salones y bloquearon los accesos con bancos y escritorios.

La versión policial indicó que Menezes utilizó dos revólveres en el ataque, a los que llegó a recargar varias veces y, cuando la patrulla que llegó alertada en la zona por las corridas de alumnos por las calles, el hombre ya se había suicidado.

La escuela atiende a unos 1.000 alumnos, mientras que en el turno mañana recibe a 400 menores.

Los heridos eran atendidos en el Hospital Estadual Albert Schweitzer, en Realengo, mientras que decenas de padres y familiares se agolpaban en la escuela para obtener información sobre sus hijos. 

El joven de 23 años que asesinó a los estudiantes dejó una carta en la que dió precisas instrucciones sobre como debe ser su entierro, a la vez que pide perdón por el daño cometido.

La carta fue encontrada por la policía en el bolsillo del saco que tenía Wellington Menezes de Oliveira.

Entre otras solicitudes, Menezes de Oliveira pidió que su cuerpo «no sea tocado por impuros sin usar guantes» a la vez que requirió ser enterrado, en la medida de lo posible, al lado de la tumba de su madre.

En la misiva el asesino dijo ser «fiel seguidor de Dios» y solicitó que su casa sea donada a alguna sociedad que cuide de animales abandonados.

También dió instrucciones para que su cuerpo sea «lavado» y preparado para el entierro y que sólo lo hagan «los castos o los que perdieron su castidad después del matrimonio y no se involucraron en adulterio».

Además destacó que quiere ser sepultado envuelto en una sábana blanca «que está en una bolsa que dejé en la primera sala del primer piso».

La policía estableció que Menezes de Oliveira era huérfano y que se crió con padres adoptivos, no tenía antecedentes criminales y que había estudiado en la escuela entre 1999 y 2002.

El atacante ingresó al establecimiento con el pretexto de ser un conferenciante que iba a participar en un seminario que se daba en el colegio. Luego subió al segundo piso y comenzó a disparar con dos revólveres calibre 38.

La policía llegó a la escuela alertada por uno de los adolescentes heridos que huyó del lugar ni bien empezaron los disparos y cercó al atacante en el tercer piso del establecimiento, en donde pensaba continuar disparando.

Voceros de la policía de Río de Janeiro aseguraron que primero le dispararon a las piernas para inmovilzarlo, pero el joven, al verse cercado, se suicidó de un tiro en la cabeza cuando estaba caido en el piso.