Arte, Cultura y Salud | María Elena tenía razón: «las brujerías que se curaron con la vacú…»

“La canción de la vacuna”, más conocida como “El brujito de Gulubú”, podría compararse a mucho de lo que se vive frente a las vacunas COVID. Desde el pensamiento mágico de las teorías conspirativas hasta la inmunización infantil para la vuelta a clases. (Artículo de Celina Abud, en www.intramed.net)
Autor/a: Celina Abud Fuente: Fundación María Elena Walsh /Clarín / Chequeado / SAVE 

Pocos días atrás, precisamente el 1 de febrero, se celebró un nuevo aniversario del nacimiento de la poeta, escritora y cantautora argentina María Elena Walsh, que eliminó barreras generacionales con su cancionero infantil. Son frecuentes los nuevos videos de YouTube con animaciones computarizadas que ilustran versiones de “La reina batata”, “Canción de tomar el té” y “El reino del revés”, entre otros.

Más allá de estos clásicos inolvidables, la obra de María Elena Walsh parecía, cuando no estaba asentada en una comprensión absoluta del presente, muy adelantada a su tiempo. Ejemplos son la canción (para adultos) “Como la cigarra”, que reflexiona sobre la vida y sus penares, o bien la pieza periodística “Desventuras en el país Jardín de Infantes” (1979), que se publicó en el diario Clarín en plena dictadura militar y criticaba la figura del censor, a la vez que mostraba preocupación por el pensar del futuro.

Hablaremos de su extensa carrera musical, literaria y periodística en otros escritos, pero hoy amerita adentrarse en uno de sus “himnos” infantiles (con la lucidez extrema en el momento en que fue compuesta y con sus implicancias en un futuro que María Elena desconocía). “El brujito de Gulubú” en realidad se llama “La canción de la vacuna” y hoy, más que nunca, podría asociarse a las vacunas COVID-19, a la confianza, al rechazo de algunos sectores y a la importancia de la vacunación pediátrica para volver a garantizar las clases presenciales.

 “Había una vez un bru, un brujito que en Gulubú. A toda la población embrujaba sin ton ni son”, cantaba María Elena. Más allá de la figura simpática del protagonista, hoy muchos de los discursos sobre el origen de la pandemia y del rechazo a la vacunación suenan dignos del pensamiento mágico. ¿Pero cómo iba a imaginar Walsh, fallecida en 2011, que ese pensamiento mágico, iba a encontrar en internet y las redes sociales su caldo de cultivo perfecto -¿o pócima? – para expandirse, y en forma de “fake news”?

Así, primero se relacionó la propagación del virus SARS-CoV-2 con las antenas de 5G; no faltaron manifestaciones de grupos que tendieron a vincular a la pandemia con un “nuevo orden mundial” de líderes asociados a corrientes nacionalistas que rechazaban a la Organización Mundial de la Salud. Incluso el cantante Miguel Bosé twiteó que las vacunas contenían un “microchip” para controlarnos. Pedro Bekinschtein, investigador del CONICET y director de investigación de INECO, había tratado de explicar al medio Chequeado por qué estas teorías ganan adeptos: “Muchas veces las personas que creen en una teoría creen también en otras teorías conspirativas y se construyen negando o tergiversando la evidencia. Si no se puede confiar en nada y todo es resultado de una conspiración, no hay manera de desmentirlas”.

Mientra algunos adherían a estos postulados, el mundo esperaba soluciones. Y todo llega, como “un día llegó el doctorrr manejando un cuatrimotorrrr”. Condición previa para los siguientes versos de la estrofa: “Todas las brujerías del brujito de Gulubú se curaron con la vacú, con la vacuna luna luna lu”. Vacunas de distintas plataformas con aprobaciones de emergencia llegaron a distintos países en aviones acondicionados. Tal vez en lugares remotos, doctores en cuatrimotor (o helicóptero) llevaron agentes inoculantes a las regiones más remotas. Lo cierto es que la evidencia hoy muestra que las vacunas COVID son efectivas para disminuir las hospitalizaciones y las muertes.

La canción sigue: “Los chicos eran muy bu, burros todos en Gulubú. Se olvidaban la lección o sufrían de sarampión”. Ante la falta de insumos para frenar el coronavirus y para proteger a las poblaciones más vulnerables (entre ellas, los adultos mayores), se tomaron a nivel mundial decisiones complejas que duelen hasta el día de hoy: la suspensión de clases presenciales. Hoy, con los insumos necesarios – la vacuna de Moderna puede aplicarse a partir de los 12 años, la Pfizer y BioNTech recibió el aval de la FDA para ser administrada desde los 5 años, mientras que la Sinopharm se aplica en diferentes países en niños de a partir de 3 años por emplear una tecnología muy probada, la del virus inactivado– se busca garantizar la presencialidad cuidada.

Si bien la mayoría de los pequeños cursan la enfermedad sin grandes complicaciones, la vacuna se aplica para que ellos puedan volver con menores riesgos y así evitar contagios a otros miembros de la familia más susceptibles a complicaciones. A la vez, si los se chicos enferman, deben faltar y perder lecciones importantes (como en la canción) No olvidemos que distintos epidemiólogos compararon el nivel de contagiosidad de la variante Ómicron del SARS-CoV-2, con el virus del sarampión, otra enfermedad prevenible por vacunas. Pero por descenso de coberturas, Argentina estuvo a punto de perder la certificación de la eliminación endémica del virus del sarampión otorgada por la Organización Panamericana de la Salud tras presentar un enorme brote entre 2019 y 2020. Afortunadamente, la situación pudo controlarse.

Por último, quedémonos con esta frase: “Ha sido el brujito el u…, uno y único en Gulubú que lloró, pateó y mordió cuando el médico lo pinchó”. No faltaron figuras – tanto del espectáculo como de distintos gobiernos– que, a pesar de haberse manifestado en contra, recibieron la vacuna. Las excusas esgrimidas para complacer a sus seguidores son “nos obligan a hacerlo” o b “por las medidas como los pases sanitarios, no nos quedó otra”.

Lo cierto es que más allá de lo que digan los organismos internacionales y las sociedades científicas, los datos de la vida real demuestran que los beneficios de las vacunas COVID superan altamente los riesgos de efectos adversos. Y a lo largo de la historia, las vacunas son, junto al agua potable, la herramienta más efectiva para prevenir enfermedades.

Volviendo a Walsh, “La canción de la vacuna”, podría oficiar como herramienta de concientización en las edades más tempranas. Por todo lo esgrimido, y por años de evidencia científica, concluimos que María Elena tenía razón. (Celina Abud, periodista científica, en IntraMed.net)

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