La primera etapa del Presidente liberal libertario de la Argentina, Javier Milei, duró 45 días. Fue el período de la “Ambición Refundacional”, cuyos pretendidos ejes vertebrales se asentaban en la Ley Ómnibus y en el Decreto 70/2023.
Esa etapa terminó de evaporarse la madrugada del 24 de enero, cuando en el Congreso se revelaron -por primera vez- los datos reales del apoyo que el Presidente puede esperar para los contenidos mínimos de su megapropuesta legislativa, conocida como “Ómnibus” pero que se denomina, de manera ampulosa y pretendidamente refundacional, “Ley de Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos”.
Los apoyos parlamentarios para la ley nunca estuvieron; pero ahora ya se sabe que no estarán.
La quimera se sostuvo sólo por el esmerado trabajo de ilusión extrema que un puñado de diputados opositores porfiaron en ejecutar, siempre con la excusa de “darle gobernabilidad al Presidente”.
El proyecto necesitó centenares de cambios, recortes y revisiones, pero aún así naufraga sin destino. A pesar de grandes esfuerzos e ilusiones, el dictamen del gobierno sumó 55 firmas estampadas en un papel en blanco, una suerte de señal de fe, y sin mostrar el texto final. Pero el 61% de esos firmantes abrieron el paraguas y manifestaron no avalar íntegramente la propuesta, por eso dejaron sus “disidencias” por escrito.
Bloques legislativos que la prensa ha bautizado como “amigables” o “dialoguistas”, se quebraron en dos, tres y hasta cuatro partes, precisamente porque muchos de sus integrantes no avalan ni avalarán las propuestas de Milei; y porque, además, algunos de ellos jamás firmarían el dictamen con los libertarios por razones políticas.
Un dictamen de madrugada firmado en blanco; la desilusión de los bloques amigables que se sienten estafados por los incumplimientos del oficialismo; la sinceridad de un gobernador dialoguista que define al gobierno como “muy débil” políticamente, constituyen todos síntomas de una etapa fugaz, ya agotada.
¿Hacía falta otro empujoncito para el fracaso? Ya lo dio el Presidente Milei con una nueva amenaza a los gobernadores de todos los signos políticos que se niegan a seguirlo sin condiciones: “los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir a todos”, lanzó el león herido.
El DNU 70/2023, múltiplemente judicializado, se va frenando y en cada estación deja un vagón a la deriva. Eso va demoliendo la confianza en el Gobierno. Ciertamente, el Congreso no lo rechazó. Por ahora.
La Ley Ómnibus no se aprobará. Al menos en los trazos fundamentales de su actual versión no será avalada. Eso debilitaría al gobierno. Milei no querrá ir a una sesión para recibir una derrota parlamentaria más estruendosa de la que ya tuvo en las Comisiones, pero que pudo ir maquillando.
Probablemente desista de la Ley Ómnibus y envíe tres o cuatro proyectos nuevos, acotados y más “votables”. Así, iniciaría la segunda de su gobierno. Sería un alivio.
Pero también podría ir por un camino distinto: el envalentonarse y llamar a una Consulta Popular con la excusa de que el Congreso no lo deja gobernar.
Esa última alternativa podría convertirse en una verdadera pesadilla institucional para el Presidente, pero también -y muy especialmente- para los argentinos. (Alejandro «Tiopo» Rodríguez)
El autor: Alejandro «Topo» Rodríguez o «Topo» Rodríguez, es un político, politólogo, ex Diputado Nacional y profesor universitario argentino, diplomado con distinción máxima como Magíster en Gestión y Políticas Públicas en el Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile.