Durante el fin de semana fue detenido José Ramón L., un changarín de 53 años, residente de la zona urbana de Colonia Mado, sospechado de haber participado en las torturas, mutilación y asesinato del remisero Miguel Ángel Rojas, en Puerto Esperanza. Es el segundo detenido por este caso; el viernes 4 de Enero había sido detenido en Mado, Lucio E., otro changarín de 27 años, de nacionalidad paraguaya.
El remisero estuvo desaparecido una semana y su cuerpo fue encontrado el sábado 29 de Diciembre del 2012, en un paraje rural de Colonia Mado. Había desparecido el 23 de Diciembre, mientras estaba trabajando.
Ambos detenidos están a disposición del Juzgado de Instrucción 2 de Eldorado, a cargo de la subrogante Mirta Saucedo Bertoldo-Andino.
Las hipótesis se centran en un crimen mafioso, dadas las características del mismo: Miguel fue golpeado, torturado -le introdujeron un objeto en el ano-, le cercenaron los genitales, y lo abandonaron atado a un árbol, para que muera desangrado.
El primer sospechoso fue puesto a disposición de la justicia el pasado viernes 4. Según trascendió, fue fundamental para llegar a los sospechosos el testimonio de varias personas que sindicaban a los dos sujetos como presuntos partícipes del hecho.
La Policía logró identificar un tercer sospechoso y se espera la orden de la justicia para concretar su detención, informó el Territorio. Los actuales detenidos registran un frondoso prontuario policial por su presunta participación en distintos hechos delictivos ocurridos en la zona.
La justicia está segura de dos elementos clave con respecto al sangriento crimen del remisero Miguel Ángel Rojas (23): hay más de un asesino y sería todo por un ajuste de cuentas. La hipótesis de que fueron varios autores, al menos tres, es por la escena del crimen, ya que el salvajismo y el dominio que ejercieron sobre Rojas hubiera sido imposible que lo realicen una o dos personas.
El joven de 23 años fue torturado, apuñalado en al menos cuatro puntos del cuerpo, mutilado (le cercenaron los genitales) y falleció desangrado por esta salvaje castración, en el lugar donde fue encontrado atado de manos a la espalda y a su vez a un pino. Todo indicaría que los asesinos de Rojas, se habrían llevado los órganos genitales como «trofeo» para mostrárselo a alguien o se lo llevaron los animales de la zona. «La hipótesis es que tal vez se los llevaron como muestra de que lo mataron y realizaron ‘el trabajo’. O simplemente los hicieron desaparecer», precisó un investigador.