Corina Machado, ingeniera industrial y fundadora del movimiento Vente Venezuela, ha sido una figura central de la oposición al Gobierno de Nicolás Maduro. A lo largo de dos décadas, ha promovido la participación ciudadana, la observación electoral y reformas democráticas. Su labor le ha costado sanciones políticas y persecución judicial, pero también reconocimiento internacional por su persistencia en buscar soluciones pacíficas.
Una decisión que genera debate
El Consejo de la Paz Noruego confirmó esta semana su decisión de no celebrar el Nobel de la Paz para Corina Machado, una de las candidatas más mencionadas durante el proceso de nominación. La dirigente venezolana había sido propuesta por diferentes organizaciones civiles y parlamentarios de varios países, que destacaron su papel en la defensa de los derechos políticos y la libertad de expresión en Venezuela.
El Comité noruego no hizo referencia directa a Machado en su comunicado, pero insistió en que las candidaturas se analizan en función de “su impacto global, su contribución a la paz y al entendimiento entre las naciones”. Analistas interpretaron la postura como una señal de continuidad con la tradición de cautela diplomática de Noruega, que ha buscado mantener su papel de mediador en distintos conflictos internacionales.
Contexto político y diplomático
Noruega ha desempeñado un rol importante en el proceso de diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y sectores de la oposición venezolana, auspiciando rondas de negociación. En ese marco, algunas voces consideraban que un premio a Machado podía entorpecer esas gestiones. El Consejo de la Paz Noruego, aunque independiente del Gobierno, suele tener en cuenta las implicaciones internacionales de sus pronunciamientos.
Fuentes diplomáticas en Oslo señalaron que la decisión se tomó por consenso y que el objetivo del comité fue “mantener la neutralidad del galardón frente a líderes involucrados en procesos políticos activos”. El comunicado agregó que el Nobel “no debe interpretarse como reconocimiento a la oposición o al oficialismo en ningún país”, sino a los avances verificables hacia la paz.
Reacciones en América Latina y Europa
Tras darse a conocer la decisión, observadores y medios internacionales recogieron opiniones diversas. En América Latina, algunos dirigentes opositores expresaron decepción, mientras que otros destacaron el equilibrio del Consejo Noruego. En Europa, varias organizaciones de derechos humanos lamentaron que no se reconociera la labor de una figura que promueve la democracia por vías pacíficas.
En Venezuela, la noticia fue recibida con cautela. Portavoces de Vente Venezuela afirmaron que la nominación en sí “ya representaba un reconocimiento al esfuerzo de los ciudadanos que luchan por una salida democrática”. El Gobierno venezolano evitó comentarios oficiales, aunque analistas locales señalaron que la exclusión de Machado fue interpretada internamente como una señal favorable a la estabilidad diplomática.
Trayectoria y aportes
A lo largo de su carrera, Corina Machado ha impulsado la participación ciudadana y la observación electoral independiente. En 2002 cofundó Súmate, una organización que promovía la transparencia de los procesos electorales. Electa diputada en 2010, fue posteriormente destituida por el Tribunal Supremo de Justicia. Desde entonces ha continuado su labor como dirigente opositora, abogando por sanciones internacionales y presión diplomática en favor de elecciones libres.
Machado también ha mantenido relaciones activas con organismos regionales, parlamentos y movimientos civiles del exterior, lo que contribuyó a su nominación al Nobel de la Paz. Su liderazgo ha sido respaldado por sectores de la diáspora venezolana y plataformas pro democracia que la consideran símbolo de persistencia cívica en contextos de alta conflictividad.
Noruega y el futuro del Nobel
El Consejo de la Paz Noruego reiteró que el Nobel busca “reconocer a quienes fortalecen la cooperación pacífica y el respeto a los derechos humanos”. Aunque no hubo mención explícita a motivos políticos, fuentes cercanas al proceso afirmaron que el comité priorizó perfiles con impacto global más amplio. De esta manera, la candidatura de Machado quedó fuera de la lista final para 2025.
La atención se centra ahora en cómo esta decisión afectará la percepción del premio en América Latina. Expertos señalan que, pese a no recibir el galardón, Machado consolidó su proyección internacional y continuará siendo una figura relevante en la búsqueda de salidas pacíficas para la crisis venezolana.
En qué consiste en la práctica no celebrar el Nobel de la Paz
En la práctica, que el Consejo Noruego de la Paz “no celebre” el Premio Nobel de la Paz significa que esta organización civil —independiente del Comité Nobel— decide no organizar los actos tradicionales que acompañan la entrega del galardón cada 10 de diciembre en Oslo. Estos actos incluyen la procesión de antorchas por el centro de la ciudad, conciertos conmemorativos y encuentros públicos con activistas e instituciones pacifistas.
La decisión de “no celebrar” implica, concretamente
✔Cancelar la procesión de antorchas**, un desfile simbólico que acompaña a los laureados y que se considera un reconocimiento cívico paralelo al premio oficial.
✔Suspender todas las actividades públicas de homenaje organizadas por el Consejo de la Paz Noruego, que agrupa a 17 organizaciones pacifistas y unos 15.000 activistas.
✔Separarse institucionalmente del evento oficial del Nobel, aunque el Comité Noruego del Nobel mantiene su ceremonia formal de premiación en el Ayuntamiento de Oslo.
En su comunicado oficial, la presidenta del Consejo, Eline H. Lorentzen, explicó que sus miembros “no sienten que la ganadora esté en conformidad con los valores fundamentales del Consejo ni de sus miembros” y que la decisión, aunque difícil, es “necesaria para ser fieles a sus principios”.
En términos prácticos, la cancelación equivale a un acto de protesta moral o política que no invalida el premio ni afecta al Comité Nobel, pero reduce la dimensión simbólica y social de la celebración en Oslo, que tradicionalmente refuerza la visibilidad del galardonado frente a la opinión pública internacional.
Cómo impacta la cancelación en la reputación del Premio Nobel de la Paz
La cancelación de la celebración del Premio Nobel de la Paz por parte del Consejo Noruego de la Paz tuvo un impacto significativo en la percepción pública y reputacional del galardón, tanto dentro como fuera de Noruega. Aunque el Comité Noruego del Nobel mantiene intacta su independencia y su autoridad formal, el hecho de que un organismo vinculado históricamente al movimiento pacifista se negase a conmemorar la entrega fue interpretado como una fractura simbólica en torno a la legitimidad moral del premio.
En términos reputacionales, los efectos pueden describirse en tres niveles:
1. En Noruega, el episodio abrió un debate interno sobre la coherencia entre la diplomacia noruega y los valores pacifistas que inspiraron el Nobel. Sectores de la sociedad civil expresaron preocupación por una posible “politización creciente del premio” y por la distancia entre el Comité Nobel y las organizaciones que tradicionalmente impulsan la paz social y el diálogo en el país.
2. A nivel internacional, las reacciones estuvieron divididas.
– Líderes y analistas de Rusia, Brasil y algunos países latinoamericanos calificaron la concesión del Nobel a María Corina Machado como “un gesto político” que debilita la credibilidad del premio y pone en cuestión sus fundamentos humanitarios.
– En cambio, figuras europeas como el presidente francés, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y varios europarlamentarios elogiaron la decisión del Comité Nobel, considerando que refuerza el reconocimiento a la defensa no violenta de la democracia y los derechos civiles.
3. Para el Comité Nobel, la cancelación representa un desafío a su autoridad moral, aunque no institucional. El Comité insistió en su independencia y en que las decisiones “se rigen por los méritos y el legado de Alfred Nobel, no por cálculos políticos”. No obstante, observadores señalan que episodios como este erosionan la imagen de neutralidad que el premio ha cultivado desde su creación.
En síntesis, la no celebración del Nobel 2025 no afecta la validez formal del premio, pero sí proyecta una señal de desacuerdo ético entre el movimiento pacifista y el Comité Nobel. A ojos de la opinión pública, el galardón emerge más politizado, enfrentando el reto de reconstruir su unidad simbólica como referencia moral global en materia de paz.

