En el clima de escepticismo radical hacia el Estado y la ciencia que ha marcado el ascenso de figuras como el presidente Javier Milei, una crisis sanitaria silenciosa avanza sin pausa: el colapso de la inmunidad colectiva. La combinación de miedo post-pandemia y la marea de fake news —que romantiza la desconfianza institucional— ha encontrado su blanco más vulnerable: la salud de nuestros niños.
La grieta en la inmunidad de rebaño que Argentina tardó décadas en construir es hoy un abismo, y las cifras oficiales son una bofetada a la conciencia social. En la provincia de Misiones, un termómetro de la crisis nacional, los datos actualizados a septiembre de 2025 del Ministerio de Salud revelan coberturas de vacunación infantil peligrosamente por debajo del 95% recomendado.
El Desplome que Anuncia el Regreso de la Tragedia
Los números son angustiantes. Las vacunas esenciales que deben aplicarse al nacer, como la Hepatitis B neonatal y la BCG (contra formas graves de tuberculosis), apenas alcanzan el 64,3% y 65,8% respectivamente. Estas cifras, que deberían ser prácticamente universales, son la primera señal de alarma.
El problema se agrava a medida que los niños crecen y los esquemas se abandonan. En el primer año de vida, muchos inician la vacunación, pero no la completan: mientras que la primera dosis de Rotavirus ronda el 79%, la segunda se desploma al 63,4%. Como señala la infectóloga pediatra Marianela Borra, secretaria del Comité de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), esto es consecuencia directa de una «disminución en la confianza en las vacunas por parte de las familias».
La situación se vuelve catastrófica justo antes del ingreso a la escuela. Los refuerzos a los cinco años, vitales para proteger a la infancia, muestran los peores números: la cobertura de la Triple Viral ronda el 54,7%, la de la Varicela el 53,9%, y la del refuerzo de Polio (IPV/Séxtuple) es de apenas 57,8%.
En términos dramáticos, esto significa que casi la mitad de los niños en edad escolar no están protegidos contra el sarampión, la poliomielitis y el coqueluche.
La Peligrosa Coincidencia de la Negligencia
El jefe de Inmunizaciones de Misiones, Roberto Lima, advirtió que la provincia está en un promedio de «entre el 50 y el 55% en niños, cuando deberíamos estar en un 80%». Y la razón no es la falta de insumos, sino un cambio de actitud social impulsado por la desconfianza: “hay una negativa importante de la gente a vacunarse y a completar los esquemas”.
Esta negativa, que encuentra amparo en la retórica de la «libertad sin responsabilidad», no es un acto inofensivo. El ex ministro de Salud, Oscar Alarcón, es categórico al denunciar que la caída es el resultado de un «retroceso nacional en políticas sanitarias» y un clima que desatiende la prevención.
«La vacunación es política pública, no ideología. Y cuando el Estado se corre, aparece el riesgo: sarampión, coqueluche, meningitis», sentencia Alarcón.
La irresponsabilidad individual, alentada por el escepticismo político y conspiranoico, pone en riesgo el bien colectivo. Si en un aula de 30 niños hay incluso dos o tres sin vacunar, el peligro se expande. Como lo expresó el Dr. Lima, si la situación no se revierte, “vamos a tener algún eco negativo importante” y “podrían reaparecer enfermedades graves ya controladas”.
¡Padres, Protejan a Sus Hijos! Es un Deber Moral
La crisis de vacunación es una alarma nacional que exige acción inmediata, sin esperar a que el país lamente muertes evitables. Es hora de dejar de lado la desinformación que se propaga por chats y redes sociales y confiar en el consenso científico.
Desde Vox Populi Hacemos un llamamiento urgente a todos los padres y madres de Argentina:
Su elección de no vacunar a sus hijos no es un acto de «libertad», es una decisión de negligencia que vulnera un pacto social fundamental. Un niño sin vacunar es un eslabón roto en la cadena de protección de la comunidad. No hay ideología ni teoría conspirativa que justifique exponer la vida de un menor a enfermedades que hoy tienen cura preventiva.
Revisen hoy mismo el calendario de vacunación de sus hijos. Vayan al centro de salud y completen los esquemas. La única manera de reconstruir la inmunidad de rebaño es con la responsabilidad familiar y la conciencia colectiva. No espere a que el sarampión o la poliomielitis entren por la puerta de su casa. La vida de su hijo depende de ello.

