La administración del presidente Donald Trump ha reactivado una de las herramientas más draconianas de su política migratoria: la figura de la «carga pública», pero con un nuevo y polémico enfoque sanitario. La directiva apunta a declarar «inelegibles» para la mayoría de las visas, especialmente las de residencia permanente, a aquellos solicitantes cuyas condiciones médicas se consideren un riesgo de generar costos al erario público estadounidense.
En el centro de la controversia, como ejemplo de riesgo, se ha situado una condición que afecta a millones de personas globalmente: la obesidad.
La Obesidad: Un Posible Veto a la Visa
La nueva instrucción no se enfoca en la obesidad como tal, sino en el riesgo de que las complicaciones crónicas asociadas a ella—como la diabetes, la hipertensión o la apnea del sueño—requieran tratamientos continuos y costosos que obliguen al solicitante a recurrir a la asistencia pública.
La directiva, citada por EFE, no establece un límite de Índice de Masa Corporal (IMC), pero instruye explícitamente a los agentes consulares y de Migraciones a evaluar si el estado de salud del solicitante podría requerir medicación de por vida, intervenciones futuras o tratamientos de alto costo.
El gran temor es que una persona con una condición crónica asociada al peso, o incluso un viajero frecuente con una complexión visiblemente obesa, pueda ser considerado inelegible para la visa o ser retenido en la frontera bajo la sospecha de convertirse en una «carga pública» sanitaria.
El «Ojo» del Agente Consular: Discrecionalidad Sin Filtro Médico
El nudo más problemático de la nueva normativa es la extrema discrecionalidad que otorga. La medida autoriza a los funcionarios a “desarrollar sus propios criterios” para determinar los riesgos de futuras emergencias médicas o gastos estatales.
Expertos y abogados de inmigración han manifestado una profunda preocupación, dado que la mayoría de los agentes consulares no tienen la formación médica para realizar evaluaciones pronósticas tan delicadas.
Este filtro no se limita a la entrevista de visa en el consulado. La implementación de criterios discrecionales abre la puerta a escenarios de alta tensión en los puertos de entrada. Un oficial de migraciones en el aeropuerto podría, bajo esta guía, considerar a un pasajero un riesgo sanitario. Si el agente percibe que el viajero «no encuadra en la disposición», tiene la potestad de derivarlo a la temida inspección secundaria –el “cuartito” de Migraciones–, lo que podría culminar en la deportación inmediata al país de origen.
El “Chequeo de Por Vida” y el Enfoque en la Residencia
Aunque la directiva genera alarma general, el abogado principal de Catholic Legal Immigration Network, Charles Wheeler, aclaró que su aplicación principal recaerá sobre aquellos que tramitan visas de residencia permanente.
Durante la evaluación, el foco central es la capacidad económica del solicitante para costear su atención “durante toda su vida esperada” sin recurrir a servicios médicos públicos o asistencia financiera estatal. El formulario de ingreso es explícito al preguntar: “¿Tiene el solicitante recursos suficientes para cubrir estos costos sin recurrir a asistencia pública en efectivo o institucionalización a largo plazo?”.
Esta política, que retoma la figura legal que Donald Trump impulsó agresivamente en su primera gestión, endurece los filtros no solo económicos, sino ahora sanitarios, ampliando el escrutinio incluso a la edad y salud de los familiares directos del solicitante, anticipando posibles necesidades futuras de asistencia social.

