Este gesto concreto es visto como la única prueba de buena voluntad que podría destrabar un diálogo que, por ahora, se percibe como una mera estrategia para dilatar soluciones.
Al mismo tiempo que busca un acercamiento con las provincias, el presidente ha tomado el control directo de la estrategia política de su Gobierno. Para ello, decidió reflotar la «mesa de política nacional», un órgano que había estado inactivo y que ahora él mismo preside.
Esta mesa, conformada por su círculo de máxima confianza, se reunió en la Casa Rosada con el objetivo de reestructurar el armado político de La Libertad Avanza y definir los próximos pasos de la gestión, en especial de cara a futuras contiendas electorales.
La mesa política nacional está integrada por figuras clave del Gobierno y del entorno más cercano al presidente, como su hermana y secretaria de la Presidencia, Karina Milei, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. También la conforman el asesor Santiago Caputo, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y el vocero presidencial, Manuel Adorni.
Al término del encuentro, la Presidencia emitió un contundente comunicado en el que se ratificó el rumbo de la gestión, señalando que el Gobierno «pondrá el cuerpo en defensa de este proyecto» y lo defenderá «con uñas y dientes».
La desconfianza de los gobernadores se suma al nuevo escenario político tras la victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Este resultado no solo encendió las alarmas en la Casa Rosada, sino que también envalentonó a los mandatarios provinciales. Líderes como el salteño Gustavo Sáenz han expresado abiertamente su desconfianza, mientras que otros, como los integrantes del flamante frente «Provincias Unidas», han salido a marcarle al Gobierno que «sin gestión, no hay futuro».
Con las elecciones legislativas de octubre a la vuelta de la esquina, los gobernadores buscan fortalecer su poder y representación, mientras el Gobierno, que solo ha ganado en dos de los diez comicios de 2025, enfrenta una creciente necesidad de diálogo para avanzar en su agenda.