Dicen que el jueves amaneció con aroma a café instantáneo y manual corporativo. En el Salón Blanco, el presidente Javier Milei aguardaba a sus “gerentes regionales”, esos mandatarios provinciales que aún se aferran a la etiqueta de “dialoguistas”, como si dialogar bastara para sobrevivir en una estructura piramidal que acaba de mutar en un esquema de franquicias.
El encuentro fue presentado con pompa, pero en realidad se trataba del lanzamiento del nuevo modelo de país. En lugar de provincias y municipios, franquicias; en lugar de pactos federales, contratos de uso de marca. Milei, con la certeza de quien expone una ecuación de manual libertario, explicó que la Nación, como tal, se transformará en una gran corporación. Y que los gobernadores, si desean seguir operando sus territorios, deberán hacerlo bajo licencia oficial de la “Marca Gobierno”.
El manual de funcionamiento es claro. Cada provincia podrá conservar su nombre y su escudo, siempre y cuando respeten la estética y las normas visuales definidas por Casa Rosada SA. Los gobernadores, ahora denominados CEO regionales, deberán uniformar la atención al cliente —antes conocido como ciudadano— y ajustar los protocolos de contratación del personal estatal, que pasará a denominarse “staff de servicios administrativos”.
En cuanto al flujo de capital, el franquiciante estableció reglas precisas: los recursos naturales pasarán a estar disponibles para inversores extranjeros, con ingreso prioritario si vienen recomendados o traen foto de perfil con banderas libertarias. Todo bajo la premisa de la “facilitación de transacciones”, un concepto que suena mejor cada vez que se pronuncia en inglés.
El presidente, en tono didáctico, explicó que la idea surgió de observar el éxito de las cadenas globales: “Si una hamburguesa puede tener el mismo sabor en Miami, Dubai o Bariloche, ¿por qué no podría funcionar igual el país?”, habría razonado. Los gobernadores escuchaban, algunos tomando nota, otros preguntándose si la franquicia incluía uniformes o apenas la obligación de repetir frases motivacionales.
El esquema de regalías también quedó fijado. Cada provincia deberá aportar un porcentaje de su recaudación al franquiciante central, a cambio de recibir acceso a la marca, asesoría en redes sociales y la posibilidad de ser parte de campañas conjuntas de imagen. “Menos gasto público, más branding”, sintetizó el presidente, mientras los gobernadores aplaudían con entusiasmo gerencial.
Al final del encuentro, los presentes se llevaron una carpeta con el nuevo logo nacional —una fusión de escudo y gráfico bursátil— y una taza con la inscripción “Argentina Corporate Edition”. Nadie se atrevió a preguntar qué ocurriría si alguna sucursal no alcanzaba los objetivos trimestrales o si el franquiciante decidía revocar la licencia. Tampoco si habría feriados o cierres por balances negativos.
La conferencia concluyó con una frase que quedó resonando en los pasillos: “La libertad avanza, pero con manual de uso y regalías por cobrar”. En ese instante, la república dejó de ser una Nación y se convirtió en un negocio listo para expandirse al mundo.
CONDICIONES DEL MODELO DE FRANQUICIAS
✔Pirámide garantizada: Los gobernadores podrán replicar la estructura piramidal con los municipios, que funcionarán como subfranquicias bajo tutela de la provincia.
✔Intendentes ascendidos: Cada intendente será director de zona, encargado de aplicar el “modelo Casa Rosada” en su distrito.
✔Gastos a cargo del franquiciado: Toda inversión y costo operacional para implementar el sistema recaerá de forma exclusiva en los franquiciados.
✔Evaluación cada dos años: Las franquicias serán auditadas bianualmente; el desempeño será controlado por la Casa Rosada.
✔Cambio de gerentes: Si el franquiciado no cumple objetivos, Casa Rosada podrá cambiar al CEO local por otro que se ajuste mejor a la estrategia central, respondiendo a esas encuestas conocidas como comicios, en los que Casa Rosada tiene la opción de financiarse con recursos del franquiciante global Casa Blanca.
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