Bongers señaló que «el sector sigue con muy bajas ventas, tanto en el mercado interno como el externo». La escasa actividad que se registra se debe, en gran medida, al esfuerzo de los aserraderos para no paralizar la cadena: toman órdenes de compra y exportan madera rústica con precios muy bajos, y atienden al mercado interno con promociones y financiación a largo plazo. Si bien hubo un «breve y leve repunte» en el mercado doméstico en septiembre, impulsado por el contexto inflacionario, este se disipó rápidamente, volviendo a la situación de pocos pedidos.
La consecuencia directa es la paralización de actividades en plantas importantes, como Industrias Montecarlo y el Aserradero Aguilar. Bongers lamentó que los pocos pedidos de exportación sean a precios muy bajos y que el leve repunte de septiembre se haya disipado rápidamente. La situación se extiende a nivel nacional, con corralones de Buenos Aires reportando muy bajas ventas.
A pesar del desalentador panorama, la estrategia prioritaria de las empresas de AMAYADAP es evitar el cese total de la producción y, crucialmente, la reducción de personal. En este sentido, Bongers afirmó que «en general, no hubo reducción de personal» en el sector. Los socios están enfocados en la búsqueda proactiva de nuevos productos y mercados que permitan, al menos, cubrir los costos básicos, priorizando la conservación del empleo por encima de la rentabilidad.
De cara al fin de año, el sector forestal demanda con urgencia reformas estructurales (laboral, tributaria e impositiva) para asegurar su viabilidad, ya que la actual carga fiscal hace inviable un aserradero 100% exportador. Además, la mejora en la logística, como la posibilidad de agilizar trámites de exportación en el Puerto Eldorado, es clave para reducir costos y mejorar los tiempos de pago.
 
						 
				
