La «fecha de defunción» de la inflación, prometida por el presidente ultraderechista Javier Milei, se pone en duda ante los primeros relevamientos de precios de octubre. El consenso de las consultoras privadas apunta a una leve aceleración inflacionaria que superaría el 2,1% registrado en septiembre, desafiando la narrativa oficial de la «inflación en retirada».
El principal factor de este repunte es, nuevamente, el rubro de Alimentos y Bebidas, que ejerce la mayor presión sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Consultoras como LCG ya reportaron un incremento promedio del 2,9% mensual en alimentos hasta la cuarta semana de octubre, con subas pronunciadas en lácteos, huevos, panificados y carnes.
La canasta básica en jaque
Con pronósticos que van desde el 2,4% (Econviews y Libertad y Progreso) hasta el 2,8%, la suba detectada en rubros tan sensibles genera una preocupación directa sobre el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables. A la presión de la canasta alimentaria se sumó el impacto de precios regulados, como los aumentos en el transporte público (colectivos y subtes en el AMBA), consolidando una tendencia alcista.
Esta nueva aceleración de precios pone en tensión el mensaje del Gobierno, centrado en atribuir las variaciones actuales únicamente a la inercia económica. De hecho, las proyecciones del propio Banco Central (a través del REM) situaron la inflación de octubre en un rango más bajo, cerca del 2%, una cifra que ahora parece ser superada por la realidad de las consultoras.
Mientras se espera el dato oficial del INDEC (que se conocerá el 12 de noviembre), la Universidad Di Tella también reflejó esta tensión. Su encuesta de Expectativa de Inflación reveló que la expectativa mensual promedio se ubicó en 3,96% para octubre, evidenciando que los agentes económicos y la población esperan un alza de precios superior a la proyectada oficialmente.
 
						 
				
