La parálisis es total: proyectos de viviendas, infraestructura hídrica, saneamiento y caminos, vitales para el desarrollo de la provincia, están completamente detenidos. Eliana Epelbaum, presidenta de la Cámara Misionera de Empresas Constructoras y Afines (CAMECA), lo explica sin rodeos: «La obra pública es lo que hace posible la vida cotidiana… no es un lujo, es una necesidad».
La paralización de las obras nacionales ha dejado sin ingresos a un entramado de pequeñas y medianas empresas que dependían de estos proyectos. Si bien el gobierno provincial, a cargo del gobernador Hugo Passalacqua, se comprometió a apoyar al sector, los recursos locales no son suficientes para compensar el recorte.
Consecuencias económicas y sociales
El cierre de empresas ya es una realidad dolorosa. Según Epelbaum, varias compañías que formaban parte de CAMECA «ya no existen», y muchas otras están en proceso de desaparecer. La crisis no solo afecta a los trabajadores de la construcción, sino que tiene un efecto dominó en toda la economía misionera: desde proveedores de materiales hasta servicios de transporte y comercios.
A pesar de la voluntad del gobierno provincial de sostener el sector, la advertencia es clara: se necesita que la Nación reactive los programas de obra pública. De lo contrario, este pilar fundamental de la economía y el desarrollo se extinguirá, dejando a miles de familias en la calle y a Misiones sin la infraestructura que necesita.

