¿Quién es Michel Temer? El hombre que reemplazará a Dilma Rousseff

Vicepresidente de Brasil, de 75 años, pertenece al Partido de Movimiento Democrático Brasileño y llegó al poder aliado al PT. Constitucionalista, católico y descendiente de libaneses, apenas tiene un 3% de intención de voto.

Con 55 votos a favor y 22 en contra en el Senado, la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida y deberá enfrentar ahora un juicio político. En su lugar asumirá el hasta ayer vicepresidente de Brasil, Michel Temer: ¿Quién es?.

Frío, calculador y con una gran experiencia política, Michel Temer ha sabido aprovechar el poder que tejió entre bastidores durante décadas para saltar a la Presidencia de Brasil en el lugar de quien fuera su aliada y le abriera las puertas del Gobierno, Dilma Rousseff.

Michel Miguel Elias Temer Llulia, abogado constitucionalista, católico y descendiente de una familia de origen libanés, apenas arrastra el 3 % de intención de voto, según las encuestas, pero ha jugado hábilmente sus cartas para ocupar, por el momento de forma interina, el sillón de Rousseff.

A sus 75 años, el líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el más importante del país, asume el desafío de calmar el huracán político que ha desembocado en el impeachment contra Rousseff, mantener las alianzas que le han facilitado el ascenso al poder y, sobre todo, reconducir la economía y recuperar la confianza de la sociedad brasileña en su desprestigiada clase política.

Temer asume interinamente tras acompañar a Rousseff como vicepresidente desde 2011, liderar durante quince años el PMDB y ocupar tres veces la presidencia de la Cámara de Diputados, una dilatada experiencia política que le permitió cultivar un importante caudal de influencia en la sombra.

Entre sus atribuciones como vicepresidente, rezaba hasta hoy la página oficial del PMDB, figuraba «la defensa de los intereses nacionales en foros, encuentros y negociaciones internacionales».

Pero Temer sintió que Rousseff lo ignoró y no le permitió ni siquiera cumplir con las tareas básicas ligadas a la vicepresidencia; renunció a articular los vínculos entre el Gobierno y el Congreso y blanqueó su distanciamiento con la mandataria en una polémica carta que fue el preludio de la tormenta que se desató después y que ha terminado, temporalmente por ahora, con la Presidencia de Rousseff.

«Siempre tuve ciencia absoluta de la desconfianza de la señora en relación a mí y al PMDB», denunciaba el pasado diciembre en una carta en la que acusaba a Rousseff de tratarle como un «vice decorativo», «un accesorio» que «solo fue llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas».

La ruptura entre ambos era ya casi definitiva. Apoyándose en uno de los políticos brasileños más polémicos y cuestionados, Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados -imputado por desvíos y lavado de dinero-, Temer terminó de perfilar su asalto al poder.

Mientras desde el Partido de los Trabajadores (PT) le calificaban de «traidor», Temer se adelantaba al veredicto del Congreso sobre Rousseff y en una grabación -supuestamente filtrada por error- se proclamaba el líder de un gobierno de unidad y salvación nacional cuando el juicio político apenas comenzaba.

No era la primera vez que se adjudicaba ese papel. En agosto pasado ya acariciaba la idea: «La situación del país es grave. Se necesita alguien con capacidad para reunificar el país», dijo entonces.

Pero, para cumplir su sueño de «salvar» a Brasil, Temer tendrá que esquivar antes una amenaza de juicio político que podría truncar sus planes, presentada por motivos similares a los que han obligado a Rousseff a apartarse temporalmente del poder: firmar decretos que facilitaron el maquillaje de las cuentas públicas en los dos últimos años.

Además, su nombre aparece en investigaciones del Tribunal Electoral sobre la presunta financiación ilegal de la campaña de 2014, en la que Rousseff y él fueron reelegidos.

Fue también mencionado en un proceso sobre supuestos sobornos políticos en 2009, precisamente el año en que fue distinguido como el congresista más influyente del país.

Hábil negociador en la sombra, Temer había mantenido hasta ahora un perfil público bajo y había cultivado una imagen de hombre serio y austero, de traje y con impecable peinado, que mide bien cada una de sus palabras y que prefiere las frases rebuscadas al lenguaje coloquial.

Una imagen que le valió el apodo del «mayordomo de una película de terror» entre sus adversarios políticos y que contrasta con su pasión por la poesía, que destapó en 2013, con la publicación de «Anónima intimidad».

El libro es una recopilación de los versos que acostumbra a escribir en servilletas de papel durante sus viajes, inspirados en buena parte en su tercera esposa, Marcela, una exmiss, 43 años más joven que él y madre de su quinto hijo, Michelzinho, de 6 años.

Aunque no es Marcela su única fuente de inspiración: «Embarqué en tu nave. Sin rumbo. Ni tu. Tu porque no sabías para donde querías ir. Yo porque ya tomé muchos rumbos sin llegar a ningún lugar».

Palabras premonitorias que bien podría haber dedicado a Dilma Rousseff. Parece que ahora, finalmente, Michel Temer ha encontrado el lugar que buscaba.